ISIDRO MARTÍN
Las bandas transversales de alerta o badenes tienen la función de hacer que los conductores reduzcan la velocidad y así evitar atropellos. Su bajo coste de instalación, en comparación con los semáforos o glorietas, hace que su uso en las vías públicas sea abusiva. El Real Automóvil Club de España (RACE) reconoce que son ruidosos y molestos para los vecinos que viven cerca de estos resaltos, ya que cuando automóviles, camiones y demás vehículos pasan sobre ellos, el ruido que producen es destacable y en algunos casos insoportable debido a la cantidad de tráfico.
Los inconvenientes pueden ir incluso más allá. Se supone que las bandas transversales de alerta se instalan en las calzadas con el fin de evitar atropellos en determinadas calles de las ciudades o carreteras, pero quizás no se hayan valorado convenientemente situaciones extraordinarias que puedan surgir, como el transporte de enfermos o accidentados críticos por carretera.
La mayoría de estos enfermos son llevados a un centro sanitario en ambulancia en una situación en la que la velocidad y el tiempo corren en su contra. Un vehículo de emergencias sanitarias con un paciente en estado crítico o con un trauma grave se ve obligado a reducir la velocidad en varias ocasiones a la del paso de un peatón por culpa de estos badenes, para no agravar aún más las lesiones del enfermo que transporta. Lo que lleva a pensar que quizás un retraso provocado por el exceso de badenes o un resalto mal cogido pueda afectar al estado de una persona que es trasladada muy grave a un hospital.
Pero la demora puede ser crítica si los bomberos acuden a sofocar un incendio con vidas en peligro; o una patrulla policial para acudir en auxilio de un ciudadano. La pregunta es razonable: ¿los badenes o resaltos en calles y vías son siempre la mejor solución o pueden ser un problema?
No cabe duda de que habría que dar una vuelta a otro tipo de sistema para hacer respetar la velocidad en las vías. Hasta ahora son varios los factores que indican que los badenes, tal y como establece la normativa, no son la mejor solución, pero si la más económica.
Si provocan daños en los vehículos, malestar y dolor a los conductores y ocupantes, son molestos y ruidosos para los vecinos, no siempre cumplen con su cometido y en ocasiones la vida de una persona puede depender de ellos, resulta evidente que sí, que hay que darles una vuelta. Así se entiende también en una importante corporación española de gran prestigio internacional como RACE, que ha cuestionado si realmente son necesarios.