En el debate sobre la conservación de especies en España, el lobo ibérico ha acaparado titulares, polémicas y posiciones enfrentadas. Pero no está solo. En el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) figuran hoy 629 especies o «taxones», muchas de ellas depredadores clave para los ecosistemas, como el oso pardo, el lince ibérico, la nutria, el visón europeo, el águila imperial, el halcón peregrino, el delfín mular o la orca. Todos forman parte de una extensa lista cuya modificación requiere no solo datos científicos, sino también voluntad política.
El Lespre, creado al amparo de la Ley de Patrimonio Natural de 2007, recoge especies cuya protección es obligatoria por directivas europeas o tratados internacionales. El listado se actualiza solo tras el dictamen de un comité científico, y cualquier ciudadano, colectivo o comunidad autónoma puede pedir que se añada o retire una especie.
La última gran controversia llegó con el lobo. Su inclusión en el listado se aprobó tras intensos debates y pese a no considerarse «vulnerable», se argumentó su valor ecológico. No obstante, su exclusión parcial del Lespre —en poblaciones al norte del Duero— llegó sin consulta pública, como parte de una enmienda legal que levantó nuevas tensiones entre ecologistas y sectores ganaderos, según una información publicada en Europa Press.
Aves rapaces, grandes mamíferos, especies marinas… los depredadores protegidos en el Lespre cumplen funciones ecológicas fundamentales, desde el control de presas hasta el equilibrio trófico de los ecosistemas. Según WWF, 43 de las especies protegidas son mamíferos, y 250 son aves, entre ellas algunas en fuerte regresión como el milano real.
Pero la protección no está exenta de obstáculos. El catálogo crece, pero también lo hacen los conflictos: ¿cómo garantizar la conservación sin descuidar la actividad ganadera? ¿Qué peso deben tener los datos de caza, las presiones autonómicas o los intereses económicos?
La tórtola común, antaño omnipresente, está en declive. Pese al consenso científico que pedía su inclusión en el listado, solo se logró una moratoria de caza que ya ha finalizado. Ahora, algunos países europeos están reabriendo la veda, basándose en registros de cazadores y sin haber solucionado causas como la pérdida de hábitat.
La anguila europea, por su parte, es un ejemplo de cómo los intereses pesqueros pueden frenar su protección total, a pesar de cumplir todos los criterios de especie en peligro. Mientras el Ministerio de Transición Ecológica avala subirla al Apéndice I del convenio CITES, el Ministerio de Agricultura aún no ha dado su aprobación definitiva.
Desde organizaciones conservacionistas como SEO/BirdLife o WWF se insiste en la necesidad de combinar sostenibilidad ambiental con apoyo rural. “La protección de una especie no puede quedar al margen del consenso ni de los datos científicos”, afirma Mario Giménez, de SEO/BirdLife.
Porque, al final, conservar significa convivir: con la fauna, con los paisajes y también con las personas que habitan los territorios donde vive esa fauna. El Lespre es más que un listado: es un reflejo de lo que una sociedad está dispuesta a proteger… y cómo decide hacerlo.