La Princesa Leonor cumple 20 años este 31 de octubre. Lo hace lejos de los focos y centrada en su formación militar, esta vez en la Academia del Aire de San Javier, en Murcia. Es su tercer año en las Fuerzas Armadas, tras pasar por el Ejército de Tierra y la Armada, donde navegó en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Una experiencia que, más allá de la instrucción, simboliza disciplina, compromiso y servicio.
Pero su futuro inmediato no está solo en los cuarteles. Cuando finalice esta etapa, comenzará sus estudios universitarios, aún por determinar. Todo apunta a que seguirá el camino de su padre, el rey Felipe VI, y cursará su carrera en una universidad española. Después, podría ampliar su formación en el extranjero, como hizo el monarca con su máster en Georgetown.
Sin embargo, tal como recordó recientemente Jaime Alfonsín, quien durante décadas acompañó a don Felipe, el oficio de reinar no se aprende en ninguna aula. Requiere algo más que estudios o entrenamiento. Implica vocación, equilibrio y una conciencia temprana de lo que significa representar a un país. Leonor, como heredera, crece sabiendo que su destino personal y el institucional van de la mano, según publica Europa Press.
La preparación de la Princesa de Asturias va más allá de lo académico o militar. Su misión es formarse en valores. Conocer la historia de España, sus lenguas, su diversidad. Entender el peso del pasado sin dejar que la condicione. Y hacerlo con un pie firme en el presente y otro mirando hacia el futuro.
El antiguo jefe de la Casa del Rey subrayó la importancia de la ejemplaridad. Ser transparente, rendir cuentas y mantener siempre la neutralidad política. La Corona, recordó, solo tiene sentido si se mantiene al margen del poder, pero cerca de los ciudadanos.
Leonor, que ya ha demostrado serenidad y compromiso en sus apariciones públicas, encara ahora la etapa más delicada de su formación: aprender a ser reina sin serlo todavía. Sabe que cada gesto, cada palabra y cada paso son observados. Y que su legitimidad no solo vendrá por derecho de sangre, sino por la confianza que inspire.
España la mira con atención. Su juventud despierta esperanza, pero también exige prudencia. La princesa tiene por delante un camino largo, lleno de desafíos y expectativas. Un camino que, como recordó Alfonsín, solo puede recorrerse con nobleza, serenidad y vocación de servicio. Porque más allá de los títulos, lo que Leonor está aprendiendo, en realidad, es el arte de servir.