Leña al mono Sánchez para frenar… a Silvia Orriols

29 de octubre de 2025
4 minutos de lectura
Leña al mono Sánchez para frenar… a Silvia Orriols
Publicación de Puigdemont sobre los pactos. /Ekaizer

Pero el viajero que huye/
Tarde o temprano detiene su andar
(Tango Volver, 1934 Carlos Gardel y Alfredo Le Pera)

En agosto de 2023, cuando Gonzalo Boyé, abogado y ya amigo personal de Carles Puigdemont, mantenía contactos con personalidades próximas al PSOE para llegar a un posible pacto de investidura, me dijo:

-A mí si te soy sincero lo que de verdad me gustaría es llegar a un acuerdo con el Partido Popular.

-¿Por qué Gonzalo? inquirí.

-Porque los que mandan, los que además de gobernar, cuando les toca, tienen el poder de verdad. El PSOE puede gobernar sí, pero el poder lo ejercen ellos. Y eso pasa especialmente en la justicia.

La posibilidad de que Puigdemont llegara a un acuerdo con los socialistas tenía para mí, durante aquellos días, cierto recorrido. Porque descubrí que el expresident, asesor, en 1996, del grupo parlamentario Convergencia i Uniò y amigo del portavoz Josep López de Lerma, había propuesto, tras unas elecciones forzadas por el propio partido nacionalista de Jordi Pujol -al rechazar los presupuestos de Felipe González en octubre de 1995- un pacto con el PSOE para impedir la investidura de José María Aznar, que había ganado las elecciones del 3 de marzo de 1996 por 340.000 votos.

En efecto, Puigdemont escribía una tribuna en el diario El Punt una semana después, es decir, el domingo 10 de marzo, en la que explicaba que esa pequeñísima diferencia de votos no justificaba un cambio en La Moncloa.

Por supuesto, dicha iniciativa de sellar un acuerdo para frustrar la entrada de Aznar en la Moncloa cayó en saco roto. Pero no por ello el antecedente dejaba de ser interesante. El hecho es que, finalmente, Puigdemont pactó con Pedro Sánchez fundamentalmente la amnistía y el viraje de 360 grados del secretario general del PSOE -se había opuesto con anterioridad a la amnistía con el argumento de que era inconstitucional- hizo posible su investidura con el respaldo de Junts.

Boyé, pues, no pudo cumplir su sueño de pactar con el PP, una idea a la que ha retornado en los últimos tiempos, posición en la que, tengo para mí, influyen aspectos muy personales. Se trata de un cabreo con el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortíz, por no haber sido sensible a sus planteamientos contra su imputación en el caso de la Operación Mito del narcotraficante gallego Sito Minianco por presunto blanqueo de dinero, un caso que está a la espera de sentencia en la Audiencia Nacional.

Pero a lo que voy: la idea de Boyé de pactar con el PP contemplaba la convicción de que a diferencia del PSOE, los populares sí mandaban en la justicia.

El hecho de que el PP tenga una política judicial coherente no significa que manda en la justicia. Es muy probable que algunos jueces -lo que llamo el Estado Judicial Español (EJE)- manden más en el PP que el PP en ellos.
Pero, aunque se acepta la idea maniquea como tal, Puigdemont no parece haber entendido tal cosa. Porque acaba de explicar en Perpiñán que Pedro Sánchez era responsable de la ruptura entre Junts y el Gobierno. “Son ellos los que tienen a su alcance todas las palancas del poder”.

Es decir: ¿tiene Sánchez todas las palancas para lograr que la Sala Segunda del Supremo aplique la amnistía?

El Gobierno ha elaborado la ley de amnistía, el Congreso la ha aprobado y la Sala Segunda liderada por Manuel Marchena -como ya había anticipado en su informe sobre los indultos- saltó por encima del imperio de la ley y vetó la autoamnistía, es decir, la aplicación de la ley al delito de malversación.

¿Qué palanca de poder tenía Sánchez? Ninguna. Ahora el recurso de amparo de Puigdemont y los demás han sido admitidos a trámite y serán resueltos por el Tribunal Constitucional.

Puigdemont quiere que sea ipso facto. Pero no es posible. Porque la Sala Segunda amenaza con dilatar la resolución si el TC aplica la ley de amnistía a la malversación con una cuestión de inconstitucionalidad ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Por tanto es el TC el que quiere tener la última palabra. ¿Cómo? Resolviendo los amparos después de que el TJUE se pronuncie sobre si la amnistía ha vulnerado la integración de España en la Unión Europea. El 13 de noviembre, el abogado general se pronunciará sobre las cuestiones prejudiciales y el TJUE lo hará en enero próximo. Despejado ese tema, el TC considerará llegada su hora.

Ahora bien, si a pesar de que el tema europeo quedase zanjado favorablemente a la amnistía, la Sala Segunda plantea igualmente una cuestión prejudicial -lo que tendrá que ser visado por el presidente de la Sala Segunda que, cabe recordar, ya no es Marchena, sino Andrés Martínez Arrieta- ante el TJUE pues tendrá que dejar sin efecto la orden de detención de Puigdemont vigente en España -no así en la UE-, según nos ha confirmado la Sala Segunda. Y es aquí, si el TC le concede la amnistía y la Sala Segunda plantea la cuestión prejudicial solo para joder -dilatar- cuando Puigdemont podrá volver sin esperar a lo que diga el TJUE a la cuestión prejudicial. Porque no habrá orden de detención vigente.
Es más: si urdió el retorno-farsa del 8 de agosto de 2024, ¿por qué no fuerza la situación y con su recurso de amparo en trámite dentro del TC regresa cuanto antes? Los riesgos de que sea llamado a declarar no se pueden descartar.

Pero, la Sala Segunda ya no es lo que era. Marchena no es presidente.
¿Va a desacreditarse el presidente Andrés Martínez Arrieta empecinándose en una vendetta?

La decisión de “romper” ha creado la ilusión en Junts de que irse a la oposición y desgastar más a Sánchez con una dureza que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) no exhibe, permitirá detener la hemorragia en la Catalunya profunda en la que está arraigando la Alianza Catalana de Silvia Orriols.

O, al menos, crea la percepción de que se está haciendo un esfuerzo para frenarla.

Puigdemont no es Eugenio de Aviraneta, el hombre de acción que retrató Pio Baroja en La vida de un conspirador.
Pero, así como el 8 de agosto de 2024, según apuntamos, llevó a los magistrados de la Sala Segunda que se entregaba y se les escapó, ahora no necesita jugar al gato y al ratón.

La de ahora sí sería una movida a lo Aviraneta.

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