Hoy: 21 de noviembre de 2024
Al igual que ocurre con las personas, algunas especies de animales modifican su comportamiento a medida que envejecen. Los ciervos rojos tienden a ser menos sociables en las últimas etapas de su vida, lo que les ayuda a reducir el riesgo de enfermedades, mientras que los gorriones domésticos también muestran una disminución en las interacciones sociales cuando sus compañeros mueren.
Estas observaciones son parte de una colección de 16 estudios publicada en Philosophical Transactions of the Royal Society, que explora el envejecimiento en el mundo natural. Con respecto a los ciervos rojos, indica que las hembras mayores disminuyen su sociabilidad, lo que reduce la competencia y la exposición a parásitos. Este análisis se basa en datos de un proyecto que rastrea una manada en la isla escocesa de Rum.
El doctor Josh Firth, de la Universidad de Leeds, editor de la publicación, señala que, a pesar de que la disminución de la sociabilidad en la vejez ha sido considerada negativa, estos estudios sugieren que tal cambio puede tener beneficios. Según él, es razonable suponer que en todas las sociedades los individuos pueden evitar interacciones sociales al volverse más vulnerables a infecciones.
Las hembras de ciervo que disminuyen su sociabilidad tienen menos probabilidades de contraer infecciones parasitarias, un comportamiento que recuerda a los humanos mayores que restringieron sus interacciones sociales durante la pandemia de covid-19. Firth añade que estos animales ofrecen un modelo valioso para analizar cómo el envejecimiento afecta el comportamiento social.
Otro artículo en la colección estudia el comportamiento de los gorriones domésticos, que también tienden a reducir su red social con la edad. El doctor Jamie Dunning, coautor del estudio, afirma que la muerte de sus compañeros de cohorte y la dificultad para establecer nuevas amistades explican este fenómeno. A diferencia de los más jóvenes, los gorriones mayores pueden encontrar menos beneficios en las conexiones sociales.
La investigación sobre los gorriones, liderada por Julia Schroeder del Imperial College de Londres, permite un seguimiento detallado de una población en la isla de Lundy, donde los gorriones no migran. En el futuro, los investigadores están interesados en comprender cómo se forman las amistades individuales en esta especie.
El número especial también aborda la vida social de los insectos. La profesora Amanda Bretman destaca que un entorno social deficiente puede tener un impacto similar en el envejecimiento saludable en humanos y animales. Aunque la mayoría de los estudios se enfocan en especies con sociedades complejas, Bretman y su equipo revisan evidencias que sugieren que incluso insectos con estructuras sociales simples pueden experimentar efectos significativos en su esperanza de vida.
Los resultados de estos estudios muestran que las respuestas al entorno social pueden variar entre sexos y que la edad de los compañeros tiene un papel importante en el impacto del entorno social durante el desarrollo y la adultez. En general, estos hallazgos refuerzan la idea de que las poblaciones animales pueden ser clave para entender mejor cómo el envejecimiento afecta las sociedades.