Asegura Óscar Wilde que él nunca dio explicaciones de sus actos porque: los amigos no las necesitan, los enemigos no las creen y los estúpidos no las van a entender.
Cuando queremos ocultar la verdad o disimularla, a esa treta acudimos arguyendo sensatez. Nos suele pasar con frecuencia.
En los estamentos que nos gobiernan y en los de aquellos que opositan, el no obligarse a dar explicaciones es una cita interesada que se han aprendido de memoria. Y… ¡vaya si la cumplen!
Apenas sabemos algo de lo que se traen entre manos… que luego, por suerte o por desgracia, van a parar a las nuestras.
pedrouve