Los especialistas coinciden en que no basta con tratar enfermedades una vez que aparecen. La clave está en adoptar desde etapas tempranas un estilo de vida saludable.
El Heraldo conversó con expertas que señalan la importancia de acompañar el ejercicio con una alimentación adecuada.
La actividad física es imprescindible para mejorar la salud en todas las etapas de la vida. Aunque tradicionalmente ha estado más presente en poblaciones jóvenes, su práctica entre adultos mayores ha crecido de forma sostenida.
De hecho, el ejercicio se ha consolidado como una herramienta eficaz para mejorar la calidad de vida física, mental y emocional.
Milena Fernández, entrenadora personal y fundadora de MileFitness, señala que, a pesar de que persisten desafíos como el sedentarismo, existe una creciente conciencia sobre la importancia de mantenerse activo. Explica:
“La tendencia actual refleja una mayor conciencia sobre la importancia del ejercicio físico y mental en adultos mayores. Asimismo, los programas han evolucionado hacia un enfoque más integral, que incluye movilidad, fortalecimiento muscular, equilibrio y coordinación, siempre adaptados a las capacidades y condiciones de cada persona”
Además de sus beneficios físicos como la prevención de la pérdida de masa muscular o la mejora del sistema cardiovascular; el ejercicio también favorece la salud mental: reduce el estrés, mejora el sueño, eleva la autoestima y disminuye el riesgo de deterioro cognitivo.
“Los beneficios físicos tampoco son menores: mejora la fuerza muscular y ósea, previene la pérdida de masa muscular, fortalece el sistema cardiovascular y facilita tareas cotidianas como caminar, levantar o cargar objetos. Además, aumenta la autonomía y disminuye el riesgo de caídas»
Para quienes deseen comenzar, Fernández recomienda iniciar con caminatas de 20 a 30 minutos, ejercicios con el peso corporal, estiramientos y disciplinas como yoga.
Subraya que lo importante es priorizar la constancia sobre la intensidad. No obstante, advierte que el inicio debe ser progresivo y supervisado:
“Es fundamental una evaluación médica previa, acompañamiento profesional, buena hidratación y una alimentación adecuada”
La nutrición cumple un rol determinante en la efectividad del ejercicio. Laura Manotas, nutricionista especializada en nutrición deportiva, sostiene que una dieta equilibrada es esencial para que la actividad física tenga un impacto real, sobre todo en personas mayores.
Destaca especialmente el papel de las proteínas para contrarrestar la pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento. Explica:
“Para contrarrestar la pérdida de masa y fuerza muscular con la edad, es clave acompañar el ejercicio con una dieta rica en proteínas. Se recomienda un consumo diario de 1.2 a 1.6 gramos por kilo de peso corporal, distribuidos en varias comidas”
Los carbohidratos también son relevantes:
“Ayudan a sostener la energía, reducen el esfuerzo percibido y mejoran la experiencia durante el ejercicio. Las mejores fuentes son los alimentos naturales, ricos en fibra y de bajo índice glicémico como tubérculos, frutas y granos enteros”
En conjunto, una alimentación adecuada y la actividad física regular no solo contribuyen a mejorar la salud general, sino también a mantener una vida activa y socialmente integrada.
Ambas especialistas coinciden en un punto clave: ni el ejercicio ni la alimentación deben improvisarse. Concluye:
“Deben ser prescritos por profesionales, según las necesidades y condiciones de cada persona. La personalización es la clave para que el envejecimiento sea verdaderamente activo, saludable y digno”
Otro aspecto clave en este proceso es la atención fisioterapéutica. Breynner Bastidas Santamaría, del centro médico deportivo Bodytech, advierte sobre los riesgos más comunes al comenzar un programa de actividad física:
“Lo que debe tenerse en cuenta al iniciar actividad física son los eventos cardiovasculares, lesiones osteomusculares, caídas, desmejoramiento de enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes o la artrosis.
Para prevenir esto, es fundamental realizar una valoración inicial en la cual se determinará cuál es su capacidad física y estado general de salud, permitiendo diseñar un programa de entrenamiento individualizado, progresivo y seguro, teniendo en cuenta las condiciones propias de cada persona y una adecuada educación al paciente”
En cuanto al tipo de ejercicios recomendados para adultos mayores, ¡sugiere rutinas equilibradas que incluyan actividad aeróbica de intensidad moderada (caminar o nadar), con una frecuencia mínima de tres veces por semana.