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La taberna

Una taberna. | Flickr

Siempre que puedo regreso a Córdoba para ver cómo florece el bronce de Séneca entre jazmines, mirando a la Puerta de Almodóvar. Recorro desde allí algunas tabernas de mis primeros años juveniles, cuando Carlos y yo íbamos a tomarnos una copita de “arropao” con una tapa de boquerones en vinagre.

Más tarde supe el origen de “la tapa” que nos brindó Miguel Salcedo Hierro: Al tabernero se le pedía un vino y una “tapa” que cubriese la copa para que nada cayera dentro de ella.

Sobre el viejo mármol del mostrador se derrama la sabiduría de las tabernas que en Córdoba está llena de silencios y sentencias. Cuentan que dos asiduos clientes, amigos de toda la vida, solían arrinconarse en una esquina para el sorbo diario de su vino preferido. De vez en cuando hablaban algo. A la media hora, uno de los dos decía: “Qué bien se está hablando poco”. El otro le contestaba: “Mejor se está sin hablar ná”… A ambos le sobraban los detalles frente a un Guadalquivir burlón y compañero, dulce y risueño en su albolafia.

pedrouve

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