Por más que se siga investigando científicamente, nadie encuentra una razón motivadora suficiente para explicar los suicidios. Cada persona que llega a esa conclusión fatal, debe tener un argumento de sombras que borran del todo los horizontes de la esperanza. Misterio inabordable.
El 22 de febrero de 1942 se encontraron dos vasos con veneno en el dormitorio de Stefan Zweig. Abrazado a su mujer, los descubrieron blancos y estremecidos con algunas cartas de despedida a sus amigos. Destacados pensadores concluyeron que el suicidio de los esposos se debió a la creencia de que el nazismo se extendería por todo el mundo… y no tuvieron fuerzas para enfrentarse a la deshumanización más cruel que hayan visto los siglos.
Acabo de leer Clarissa, la novela póstuma de Stefan Zweig en la que, como en casi todos los personajes de sus obras, destaca la ternura , el respeto, la dignidad. Nos dejó su maravilla escrita. Y el dolor de tan injusta despedida.
pedrouve