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La pesadilla que se repite en los sueños de las víctimas

Víctimas

Víctimas del 11M. | EP

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Ella era una de ellas, junto a otros muchos y pasen los años que pasen, esos hechos indignos de un país civilizado no se olvidaran, mientras uno solo de sus familiares les sobreviva. Llegó a casa después del trabajo, no se encontraba bien, su marido le pidió que se acostara, parecía que estaba incubando una gripe y descansar le aliviaría.

Ella y su familia, siempre se habían quedado a vivir en su querida tierra vasca, incluso después de aquellos hechos terribles. Habían pasado años de aquello, ella era una niña pero había vivido el antes, el despues y el ahora. Cuando su padre fue víctima del odio, solo por no opinar igual que sus verdugos.

Quedaron destrozados todos, nunca supieron sus nombres, pero años después los conocieron “bajo cuerda” sabían quien dio la orden y este hecho no les convirtió en ejecutores de una venganza incontrolable. Este, no era un gudari como los de la república, era un libertador de la patria vasca, pero este ser, no apretó el gatillo, no le hizo falta, solo colocó el dedo sobre el del mal nacido que lo apretó, hasta que las balas dieron en el blanco.

Y aquel querido padre murió ahogado en su propia sangre. Pasaron los años, los hijos crecieron, la madre y ellos vivieron el desprecio de algunos vecinos, pero fieles a su tierra donde descansaban los restos de su ser querido se quedaron a vivir allí a pesar del lastre de los recuerdos.

Al no poder soportar más tanto dolor, decidieron marcharse a la capital y allí con esa mochila de dolor muy bien cerrada, encontraron por fin esa paz tan buscada, aunque quedaron marcados de por vida, ellos y sus descendientes.

Por fin ella se quedó dormida, era esa hija que muy a su pesar revivía los recuerdos en una nebulosa muy espesa, que de vez en cuando solía acosarla.

Y soñó, soñó tanto, que revivió en esa pesadilla todo lo que muchos años atrás habían sufrido aquel aciago día.

Soñó con su padre lleno de vida, trabajador incansable y se vio en aquella gasolinera junto a él. Cogiéndolo con amor y dulzura recogió su testimonio de perdón, el olor de la sangre se le metía en la nariz y vio el suelo, remarcando los adoquines, con la sangre de su padre, lo besó, lavando la sangre con las lágrimas que bañaban su rostro.

Se despertó muy sobresaltada, pero se sentía mejor, el recuerdo de su padre le dio esa paz tan necesaria para continuar con su vida. Se sentó en la cama y pensó, ahora ellos son los que nos mandan y son muchos lo que fueron ejecutores, pero parece que el pueblo los premia, somos vascos y hemos sufrido tanto para ahora vivir esto…es insoportable.

Esos crímenes no se pueden olvidar, los muertos existen, solo sería más justo que los que participaron en aquel sinvivir reconociesen claramente, su arrepentimiento por esas muertes que llenaron España de un dolor inmenso.

Aquello obligó a que muchos nacidos en el País Vasco tuvieran que abandonarlo con llanto, por miedo a no poder respirar esos vientos y no poder mojarse con ese “sirimiri ” tipico de su tierra. Esa historia existió y deben saberlo para no repetirla, pero no blanqueando la verdad, deben ser sinceros y contarlo tal como fue, y el porqué.

Las brochas están impregnadas de un intenso color rojo, la sangre cuesta mucho hacerla desaparecer. Todos tenemos la necesidad que, para admitirlos debemos conocerlos y posiblemente podamos cubrir ese recuerdo tan espeluznante que guardamos los que los vivimos y sufrimos.

Reconocerlo les haría más humanos, incluso muchas víctimas de aquellos horribles crímenes serian “capaces de perdonar.” Blanquear sepulcros es solo eso, pintar por fuera. Los muertos están dentro” ellos están fuera” la profanación es el síntoma destructivo de quienes odian, sin saber y sin haberlo vivido. Estudiar esos tiempos para saber, si lo que nos están contando era así, todo tiene dos caras, como las monedas.

No dejéis que os engañen, informaros por varios medios de un lado y de otro, solo existe una noticia fiable, son diferentes formas de contarla y lo mejor es tener acceso a los que son fieles a la noticia tal y como es, aun siendo contraria a sus principios o su deber, esos son los que no se dejan comprar y son los que cuentan los hechos tal y como ocurrieron.

Todos son víctimas, murieron no por su voluntad, les quitaron la vida, ahora deben dejarlos dormir en paz su sueño eterno, se lo merecen por esa justicia que no recibieron en ese terrible momento de ser condenados a muerte y ejecutados por jóvenes que obedecían órdenes.

Los jóvenes de hoy tienen el deber de conocer la historia y saber quién fue el padre de la Patria Vasca, para intentar tener una idea clara del porqué de aquellos asesinatos que ocurrieron en España, durante mucho tiempo. Esos muertos merecen todo nuestro respeto, fueron las auténticas víctimas.

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