La obesidad es la enfermedad crónica más común en adolescentes y persiste en la madurez

20 de octubre de 2025
2 minutos de lectura
Obesidad I Freepik

La obesidad puede traer consigo otras complicaciones médicas, como hipertensión, resistencia a la insulina, síndrome metabólico o niveles elevados de colesterol

La obesidad se ha convertido en la enfermedad crónica más frecuente entre los adolescentes. Según Gilberto Pérez, endocrino y pediatra miembro del Área de Obesidad de la SEEN, el 80 % de los jóvenes con obesidad seguirá teniendo esta condición en la adultez. Pérez destacó este dato durante el Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que se celebra en Granada.

El especialista advierte que la obesidad no es un problema aislado. La genética, el estilo de vida y el entorno influyen directamente en su desarrollo. Pasar más de dos horas al día frente a pantallas o dormir pocas horas se relaciona con un mayor índice de masa corporal (IMC). Además, la obesidad puede traer consigo otras complicaciones médicas, como hipertensión, resistencia a la insulina, síndrome metabólico o niveles elevados de colesterol.

Pérez subraya que tratar la obesidad requiere intervención temprana e intensiva. La alimentación juega un papel clave: aumentar el consumo de frutas y verduras y reducir los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas son pasos esenciales. Los pediatras se enfrentan a un desafío complejo, pues no basta con modificar hábitos individuales; es necesario un enfoque integral que involucre a la familia y al entorno del adolescente, según Europa Press.

Genética, ambiente y factores químicos

La predisposición genética también contribuye. Gema Medina-Gómez, catedrática y vicepresidenta de SEEDO, señala que más de 130 genes están relacionados con la obesidad. Estos genes afectan cómo el cuerpo responde a la dieta y al ejercicio, haciendo que algunas personas ganen peso con mayor facilidad. Entre un 40 % y un 70 % de las variaciones en el IMC se atribuyen a factores genéticos, aunque solo un pequeño porcentaje corresponde a mutaciones raras y específicas.

Pero los genes no lo explican todo. El entorno y los hábitos tienen un papel decisivo. Josep Vidal, del Instituto de Enfermedades Digestivas y Metabólicas, explica que la obesidad puede generar cambios epigenéticos que facilitan su mantenimiento. A esto se suma la exposición a sustancias químicas como los perfluorados (PFAS), consideradas “obesógenos”. Mariana F. Fernández, de la Universidad de Granada, advierte sobre su presencia en utensilios de cocina, cosméticos y textiles. Reducir la exposición, usar filtros de agua y optar por alternativas seguras puede ayudar a limitar su impacto.

Expertos coinciden en que la prevención requiere un enfoque amplio. No se trata solo de modificar la dieta o la actividad física, sino también de mejorar el entorno y regular la exposición a sustancias químicas. Solo así se puede enfrentar un problema que, si comienza en la adolescencia, suele prolongarse hasta la adultez.

No olvides...

La principal causa de incapacidad laboral en España es el dolor lumbar

El tratamiento farmacológico se recomienda cuando el dolor persiste pese a otras medidas, como el ejercicio o los cambios en…

La cifra de donaciones de órganos durante los primeros diez meses del año se mantiene estable

Respecto a la donación de médula, en septiembre se habían registrado 16.000 nuevas inscripciones y que el objetivo anual es…

Las fiestas y el colesterol no se llevan muy bien

Los especialistas aconsejan alternar cada bebida alcohólica con un vaso de agua y evitar mezclar distintos tipos de alcohol en…

Aliviar el dolor de rodilla es posible con ejercicio

Cada persona experimenta la artritis de manera diferente, por lo que encontrar la actividad adecuada puede requerir prueba y error…