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La juez del caso de los ‘policías karatecas’ de Móstoles contradice el vídeo, ve lesiones leves por ambas partes y excluye el allanamiento ilegal

Anna D.

La chica agredida por los agentes de Móstoles, con el brazo escayolado.

La magistrada abre una causa contra todos y prefiere que se depuren las oportunas responsabilidades en el juicio. Jueces muy relevantes señalan que el allanamiento fue «de libro»

La juez que lleva el asunto de los policías locales de Móstoles (karatekas de talla mundial) que, por un asunto de ruidos a deshoras, entraron de madrugada y por la fuerza en una casa y se llevaron detenida y con un brazo roto a la migrante de Cabo Verde Ana María D., de 33 años.

Los agentes acudieron a un piso de Móstoles después de que un vecino del bloque avisara de música alta a deshoras. Los hechos ocurrieron en mayo del año pasado.

La juez acaba de dictar un auto en el que ve delitos de lesiones en ambas partes y da a los abogados un plazo de 10 días para que formulen sus acusaciones o escritos de defensa.

Magistrados consultados por este periódico, algunos muy importantes, consideran que las circunstancias que rodean la irrupción en un piso de Móstoles de dos policías locales expertos en kárate, para llevarse detenida a Ana María D., constituyen un allanamiento de morada «de libro»-

La juez que lleva este asunto, Dolores Anega, solo ve, en cambio, lesiones leves por ambas partes. Incluso la escayola que hubo que ponerle en el brazo a la joven, madre de dos hijos, por rotura de huesecillos de la muñeca es considerada una lesión leve.

La magistrada acaba de redactar un auto especialmente inculpatorio para la migrante en el que narra determinados hechos, muy relevantes, que no se ven en el vídeo, ni en ningún sitio, y que favorecen claramente la versión de los policías, que tampoco coinciden en muchos aspectos con lo que se aprecia en las imágenes.

Los agentes pidieron que el vídeo no se incorporase a la causa, la juez les corrigió y dijo que sí.

En el vídeo que se ve que los agentes le piden a la joven que se identifique. Esta señaló que fue ella la que abrió la puerta tras sonar el timbre. Y que cuando al principio los agentes le pidieron que se identificase (ella no vive en esa casa, ese día estaba allí invitada) cerró la puerta y fue a su maleta a buscar el documento. Y aseguró que, con el nerviosismo, solo encontró una tarjeta de crédito pero no encontró el documento de identidad.

Afirmó que les llevó la tarjeta bancaria porque no encontró el NIE. Se lo dice a los agentes, pero estos le insisten en que se identifique, que la tarjeta no es suficiente. «Y si no lo tengo que quieres que haga», les gritó. También los insultó, mientras uno de los agentes la tenía agarrada del brazo desde fuerza de la puerta. Y se lo retorcía.

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Momento en que los agentes acceden al interior de la vivienda y forcejean con la joven. | Fuente: Fuentes Informadas

Se ve el vídeo, que reproducimos más abajo, que determinadas escenas importantes que describe la juez en el auto no se ajustan para nada a lo que se aprecia realmente en la grabación. La juez favorece claramente a los agentes en la narración que hace de los hechos.

Viene a decir la juez que la irrupción de los agentes es porque la joven tiró de ellos hacia adentro de la casa, tras haber golpeado a uno en el labio haciéndole sangre (que tampoco se ve por ningún lado). Cosa que no se ve en la grabación.

La juez se ampara en esta agresión, que en el vídeo no figura por ningún sitio, para atribuir a la chica un delito de atentado y agresión a la autoridad y justificar así la entrada de los policías en la vivienda sin orden judicial.

Otro hecho llamativo que figura en el auto es que la juez da por sentado que cuando los agentes, casi a rastras, sacan a Ana María D. de la casa y la introducen en el ascensor, que fue ella la que. una vez dentro, esposada y medio desnuda, atacó a los agentes con tal ímpetu que descuadró el ascensor. Finalmente tuvieron que bajarla por la escalera. La chica estaba en bragas y descalza.

De la escena del ascensor no hay imágenes. La chica, que sale pacífica de la casa esposada señaló que en el ascensor uno de los policías le dio un empujón a ella, no al revés como dice ahora la juez, y que por eso se descuadró el ascensor.

La prueba de la veracidad de lo ocurrido se la otorga a los agentes. Y como prueba coloca el testimonio de los dos agentes implicados.

En ninguna escena del vídeo se ve a la chica golpear a ningún agente, pese a que la juez entiende que hay delitos de resistencia y agresión a la autoridad basados en la grabación (sic).

Lo que sí se ve claramente es cómo uno de los agentes le tiene retorcido el brazo izquierdo a la joven y tira de ella hacia afuera, mientras esta se agarra con el otro brazo de la puerta, entreabierta, para no ser arrastrada al pasillo.

Y lo que no se ve es que un amigo de la joven, por dentro de la casa, tirara de ella hacia adentro y que ello propiciase, como dice la juez, la entrada de los agentes, casi por inercia. El vídeo no dice eso, pese a que conste así en el auto de la juez.

«Se acabó», dijo el agente antes de irrumpir en la casa

Y lo que sí se oye nítidamente es como uno de los agentes agente, tras insultos de la joven, suelta un «se acabó» y seguidamente los dos policías entran en la vivienda, reducen en el hall a la chica y mantienen un forcejeo desigual con ella en la cocina hasta que la chica se da por rendida en fuerzas, se deja esposar y luego la sacan al pasillo con dirección al ascensor.

También resulta llamativo que la juez haya llamado a la aseguradora del bloque de pisos para que reclame a la chica el arreglo del ascensor, unos 250 euros. Sin ninguna prueba, salvo el testimonio de los dos policías implicados, de si fueron ellos o la joven quien descuadró el ascensor.

La principal prueba que hay ente caso es precisamente ese vídeo, hecho por un compañero de piso de Ana María D.

La juez ha hecho un auto en el que imputa a Ana María D. delitos de resistencia y agresión a la autoridad, así como dos delitos de lesiones leves. Ella también denunció a los agentes, por lesiones graves y allanamiento de morada, entre otros crímenes, pero la juez, en el auto, no parece darle excesiva importancia a la rotura de un brazo por la muñecas.

Los agentes, se ve en el vídeo, le retorcieron el brazo, que tenían agarrado desde fuera de la puerta del piso, mientras la chica, por dentro, agarrada a la puerta desde dentro con el brazo derecho mientras los agentes, uno de ellos, campeón mundial de Karate entre los bomberos, le tenía retorcido el brazo izquierdo.

El vídeo, según fuentes jurídicas, es una evidencia demoledora sobre la ilegal actuación policial, y desbarata las supuestas falsedades que los dos agentes hicieron constar en su atestado sobre lo sucedido.

Los agentes hicieron un atestado ocultando el allanamiento de morada (un delito muy grave), diciendo que la chica les había agredido (extremo que no figura en el vídeo, que es la prueba crucial de este proceso judicial) y, además, atribuyéndole a ella delitos de resistencia y agresión a agentes de la autoridad, «que es lo que hacen algunos policías para justificar heridas y agresiones que ocasionan a detenidos», según los citados medios.

Resistencia a la autoridad

Hay agentes que se exceden contra detenidos a sabiendas de que tienen presunción de veracidad y de que pueden defenderse de una eventual denuncia de lesiones alegando que el herido se ha resistido y las heridas han ocurrido mientras era reducido (es decir, no solo les pegan sino que, además, les denuncian por agresión a la autoridad para envolver las lesiones).

En el caso de Ana María D. también se ha apelado a tan manida coartada policial, pero, a diferencia de otros casos carentes de pruebas, en este asunto posiblemente no esperaban que hubiese una prueba irrefutable que les desmiente, un vídeo.

La juez quiere que vayan todos al juicio y que allí se dilucide quién lleva razón.

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