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La escasa inmunización de la población china puede estar detrás del repunte masivo de casos COVID

China

Un ciudadano chino vacunándose frente a la COVID-19. | Fuente: Organización Mundial de la Salud

Más del 90% de la población del país asiático posee al menos una dosis de vacuna frente a la COVID, pero las vacunas chinas tienen una eficacia menor que las más comunes utilizadas en occidente

La nueva ola de contagios de COVID-19 que está sufriendo China está alertando al resto del mundo por el miedo a sufrir de nuevo las devastadoras consecuencias de la pandemia. Ya son varios los países occidentales, incluido España, que está controlando el flujo de viajeros procedentes del país asiático mediante test COVID. En nuestro país, actualmente se pide la pauta de vacunación completa o un test negativo.

Ahora bien, ¿deberíamos estar preocupados por como nos podrían afectar estos contagios masivos? Según los expertos, aún no hay motivo para alarmarse y volver a las restricciones de 2020 y 2021. Sin embargo, debemos estar atentos a la evolución del brote chino, por lo que el control en los aeropuertos ante la llegada de pasajeros procedentes de ese país es indispensable.

No obstante, mucha gente se pregunta cómo es posible que se esté dando este repunte de casos en China cuando más del 90% de la población está vacunada. Pues bien, una de las razones principales es que no existe inmunidad de grupo en el país. El mantener la política de cero-COVID desde que dio comienzo la pandemia ha evitado que muchas personas se contagien, ya que este era el objetivo. Sin embargo, tampoco se ha generado inmunidad frente al virus, por lo que, para el sistema inmunitario de muchos ciudadanos chinos (quedan sin vacunar más de 200 millones), el virus es un completo desconocido.

Aunque se está investigando si es posible que estén circulando nuevas variantes más virulentas por China, la variante Ómicron es la predominante en estos momentos, según los análisis realizados en occidente a los viajeros chinos. Esta sería otra de las razones del aumento de casos, ya que se trata de una variante que se transmite con mucha más facilidad.

El problema de administrar unas vacunas menos eficaces

En Europa hemos tenido la suerte de tener disponibles vacunas de ARN mensajero. Estas contenían una tecnología nunca antes utilizada que consistía en introducir material genético del virus en nuestro organismo para que nuestro sistema inmunitario fuera capaz de reconocerlo en caso de una infección posterior. Como puntos positivos para este tipo de vacunas se encontraban sus menores efectos secundarios que las vacunas tradicionales y una eficacia mucho más alta (superior al 90% en el caso de Pfizer y Moderna).

Sin embargo, China optó por sus propias vacunas, Sinopharm y Sinovac, ambas desarrolladas con la tecnología tradicional, que introduce virus inactivados de SARS-CoV-2 en el paciente. Estas vacunas, aunque protegen de la enfermedad grave y de la muerte, son mucho menos efectivas cuando se trata de prevenir la infección. Además, su eficacia ha demostrado ser de un 79% en el caso de Sinopharm y de un 50% en el de Sinovac, según los informes chinos. No obstante, cabe destacar que según la Organización Mundial de la Salud, los ensayos que demostraron estos porcentajes de eficacia no eran lo suficientemente representativos, por lo que las cifras reales podrían variar.

Sumado a lo anterior, aunque el 90% de la población china posea al menos una dosis de estas vacunas, hay una disminución muy considerable del porcentaje de inmunización cuando se trata de individuos mayores de 70 años. Solo el 70% de la población vulnerable posee las dos dosis de vacuna, por lo que mucha gente no está lo suficientemente protegida. Esto se traduce en un mayor número de casos graves de COVID-19 y de muertes causadas por la enfermedad.

La importancia de la inmunidad híbrida

Por último, en los países occidentales como España poseemos un gran porcentaje de inmunidad híbrida. Este tipo de inmunidad es mucho más completa y robusta, ya que consiste en la aportada por la vacunación más la infección por el virus. Esto ha sido posible gracias a las campañas masivas de vacunación y a la relajación de las restricciones COVID, por lo que el virus pudo viajar libremente de un individuo a otro sin causar apenas síntomas.

Sin embargo, debido a la política de cero-COVID china, las cuarentenas han evitado que el virus circule de persona a persona con la misma facilidad que en los países occidentales y además, la poca vacunación ha hecho que apenas exista este tipo de inmunidad tan importante que podría estar salvando vidas en estos momentos.

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