Todos sabemos que, más que por las palabras, por los frutos hemos de ser reconocidos. Esperamos del nuevo Presidente Argentino honestidad y disciplina para el bien de un pueblo bendecido por el Altísimo en anchuras y abundancias. De momento, ha puesto a Dios por testigo de su empeño y eso, para los que nos sentimos creyentes, es un buen comienzo.
Mientras el doctor Javier Milei juraba su cargo de Presidente, la señora Cristina Kirchner no se sacaba las manos de los bolsillos temiendo, quizá, que algo de lo mucho que tiene le faltara. Dentro y fuera del Salón Blanco, los argentinos no cesaban con su grito: ¡LIBERTAD, LIBERTAD!… El venerado General San Martín dejó inequívocamente expresado que “la libertad de un pueblo sólo puede garantizarse con la independencia del Poder Judicial”.
…Nuestra querida Mayte Alcaraz, pensando tal vez en la advertencia sanmartiniana, escribió hace unos días que nuestro Presidente tiene el alma averiada… le faltó detallar que la avería más grande es su sordera, porque no escucha los mismos gritos que, en aras de la democracia, exigimos hoy los españoles a quien prometió por su honor, que debe andar por ahí, traspapelado.