A los 78 años, José Carreras, leyenda viva de la lírica mundial, ofreció su último concierto en Argentina como parte de su gira de despedida, dejando una estampa de profesionalismo sobrio ante un Movistar Arena colmado y cálido, según una información publicada en Clarín.
Carreras, acompañado por la Orquesta bajo la batuta de su sobrino David Giménez Carreras, recorrió un repertorio que fusionó ópera, valses y canciones populares adaptadas a sus posibilidades actuales. Su presencia, aunque parca en palabras, fue recibida con una ovación respetuosa por un público que no olvidó su histórica trayectoria.
Entre los momentos destacados de la noche brilló Verónica Cangemi, soprano invitada, quien emocionó con el aria de las joyas de Faust y O mio babbino caro. José Carreras, por su parte, se refugió en piezas más adaptadas a su actual registro como “Granada” y “O sole mio”.
El cierre fue sobrio, con pocos gestos y sin discursos extensos. Carreras, visiblemente emocionado aunque contenido, simplemente inclinó la cabeza en señal de gratitud antes de abandonar el escenario. No hubo bises ruidosos ni despliegues grandilocuentes, sino una despedida íntima, casi personal, entre el artista y un público que respondió con una ovación de pie prolongada y respetuosa.
Este concierto en Buenos Aires forma parte de una gira mundial que Carreras ha titulado su «Farewell Tour», en la que visita escenarios emblemáticos donde forjó una carrera que abarcó más de cinco décadas. Tras pasar por Latinoamérica, el tenor continuará su gira en Europa, con fechas anunciadas en ciudades como Viena, Berlín y Barcelona, su tierra natal.
Así, José Carreras deja tras de sí un legado inmenso, no solo como cantante sino como símbolo de resiliencia y pasión por la música, cerrando su trayectoria de la forma más honesta: cantando a su manera.