La dureza del cemento se queda corta en las caras de los desaprensivos y violadores del pensamiento. No me gusta señalar nombres, ellos saben quiénes son, pero me duele tenerlos enfrente y no poderlos querer como debiera.
En la manipulación de la palabra, el ministro de la Presidencia se ha expresado con una insolencia que, por ser sublime el contenido, no es fácil encontrar palabras para definirla: “Menos mal que la derecha se ha desligado de la ultraderecha, al menos por ahora”, palabra más, palabra menos. Nada que decir sobre la ultraizquierda que ellos abanderan aunque arruinen con sus exigencias a España, aunque denigren del estado de derecho denostando a los jueces, aunque exijan derechos que no les corresponden, aunque algunos vengan de familias que aún no condenaron la violencia porque fueron ellos los violentos.
Menos mal que se desligaron de la ultraderecha: ¡Qué desfachatez arrogándose de un servicio a España con los que la ultrajan a diario y han dedicado el o,6 por ciento de su presupuesto para que algunos puedan hablar en “sus países” el español.
Con sus actitudes y comportamientos, Vox y PP dan pena: ni astutos ni inteligentes.
pedrouve