Hoy en día, desgraciadamente, el cáncer es una enfermedad con la que probablemente muchos de nosotros ya nos hemos familiarizado, ya sea porque algún conocido la ha padecido o por el simple hecho de saber que es una de las enfermedades más devastadoras que existen y que puede aparecer en nuestra vida de manera totalmente inesperada. Debido a esto, no es de extrañar que la ciencia a lo largo de los años haya intentado por todos los medios tratar de frenar el desarrollo o la aparición del cáncer, obteniendo en la mayoría de los casos resultados que pueden resultar decepcionantes, causados por el gran reto que supone descifrar todos sus entresijos.
Según la Sociedad Española de Oncología Médica en 2022 los nuevos casos de cáncer diagnosticados en España alcanzarán los 280.100. En base a los datos de la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es una de las principales causas de muerte a nivel mundial, ya que en 2020 causó casi diez millones de defunciones. ¿Y qué hay de las perspectivas futuras? Pues como se imaginan no son demasiado alentadoras, ya que se cree que en 2040 en el mundo se podrían alcanzar los 30 millones de nuevos diagnósticos.
Actualmente, los investigadores en este campo se están centrando en intentar aumentar la supervivencia de los pacientes mediante el desarrollo de nuevos tratamientos que se sumen a los ya existentes (quimioterapia, radioterapia…) pero que no sean tan invasivos como estos. Por eso, en este artículo, nos vamos a centrar en explicar resumidamente cómo funciona la inmunoterapia y porqué supone una de las grandes esperanzas en el ámbito del tratamiento de pacientes oncológicos.
El cáncer comienza cuando nuestras células empiezan a crecer de forma descontrolada, sobrepasando a las células normales de nuestro organismo y esquivando puntos de control que darían lugar a su reemplazamiento por otras no dañadas. Como la función principal del sistema inmunitario es detectar y destruir las células anormales, puede impedir el crecimiento de muchos cánceres. Aun así, las células cancerosas tienen formas de evitar su destrucción por el sistema inmunitario, por lo que la inmunoterapia contribuirá a actuar mejor contra los procesos oncológicos.
La inmunoterapia va a centrarse en proporcionar ayuda a nuestro sistema inmune para atacar a células cancerosas que se encuentren en el organismo, estimulando a las células inmunes o brindándoles componentes adicionales para mejorar la respuesta inmunitaria. Al contrario que otros tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia, la inmunoterapia promete ser más específica y aportarnos la capacidad de memoria que posee nuestro sistema inmunológico para atacar a células malignas, logrando una cura más duradera, pero con una toxicidad mínima.
Uno de los primeros investigadores en ver el potencial de la inmunoterapia fue William B. Coley, un cirujano que relacionó la aparición de infección posoperatoria con mejores resultados clínicos en pacientes con cáncer en 1893. Más recientemente, los estudios del estadounidense James Allison y el japonés Tasuku Honjo han servido de base para el desarrollo de fármacos inmunoterápicos que hoy son extremadamente eficaces para tratar el cáncer, por ello en 2018 se les otorgó el Premio Nobel de Medicina.
En este tipo de tratamientos contra el cáncer destaca la terapia CAR-T, una técnica de las más novedosas que se está implantando cada vez más en nuestro país. Esta terapia permite que los linfocitos T (un tipo de células de nuestro sistema inmune) sean capaces de atacar al cáncer, modificándolos para que puedan identificar y destruir a las células cancerígenas. Recientemente, el Ministerio de Sanidad informó que, sumados a los 15 centros y hospitales que ya conformaban la red de centros de terapias avanzadas CAR-T, se incorporaban otros 14 nuevos centros hospitalarios, incluyendo la asistencia tanto a adultos como a nivel pediátrico.
El principal reto de la inmunoterapia es intentar eliminar las estrategias que generan las células cancerosas para esquivar los diferentes tratamientos. Otro obstáculo que salvar es que, por el momento, no funciona en todos los tumores, ni en todas las personas, por lo que las terapias personalizadas para cada tipo de paciente que combinan diferentes modalidades de inmunoterapia pueden ser un gran punto de partida.
Desde 1891, la inmunoterapia empezó a tomar fuerza como uno de los potenciales tratamientos contra el cáncer, hasta nuestros días, en los que se utiliza junto a los tratamientos convencionales. Hoy en día, la inmunoterapia no es la cura definitiva para el cáncer, pues no todos los tumores son susceptibles a ella y no todos los pacientes consiguen superarlo, pero existe la esperanza de un mayor desarrollo e inversión económica y personal en esta técnica para intentar conseguir que aumente su eficacia en el futuro.