Su padre le designó heredero del reino de Sevilla, después de ejecutar a su hijo mayor por haberle traicionado. Extrañamente aparece Al-Mutamid en los libros de Historia, un rey poeta que buscó arreglos políticos con Alfonso VI para impedir las muertes y las guerras. Un rey que no entendió el amor de familia como su padre.
A sus palabras acudían la noche y el agua, los jardines y el espumoso deleite de las amadas. Al-mutamid vivió construyendo música para sus versos. Vigilaba el sueño de su favorita para que no le doliese la luz en la mañana… Puede parecer que estos gobiernos se encierran en debilidades, pero son murallas.
Los tiempos que corren miran de otra manera los triunfos: a más y mejores carros de combate, más cercana la victoria. Sigo pensando que únicamente la cultura corrige la ambición de los apetitos.