Se llamaba Granadino el toro que mató a Ignacio toreando en Manzanares. En el hotel donde se hospedaba le dieron la habitación número trece y eso, para un andaluz de sangre faraona, es un mal fario. Granadino era para Domingo Ortega, pero llamaron a Sánchez Mejías porque era su sitio de morir a las cinco en punto de la tarde.
Culto y entregado, hombre de varias mujeres a la vez y un amor solo, con motivo de un centenario gongorino, reunió en el Ateneo de Sevilla a García Lorca, Alberti, Pedro Salinas, Dámaso Alonso… para luego quedarse hasta la madrugada en su finca de Pino Montano y escuchar a sus flamencos preferidos ahogar con vino los versos que llevaban dentro: “Anda y vete a confesar / de tus pecados mortales, / que no te podrás lavar / con tó el agua de los mares / el mal pago que me das”.
…Los maestros de Veraluz al enterarse de que el ministro de cultura ha excluido a Sánchez Mejías del homenaje a la Generación del 27, decidieron reunir a sus muchachos, con guitarra y voz de queja, para recitar con sentimiento: “A lo lejos ya viene la gangrena / a las cinco de la tarde. / Trompa de lirio por las verdes ingles / a la cinco de la tarde”.