Hoy: 24 de noviembre de 2024
Juan Carlos Viloria, un acertado analista político de los periódicos de Vocento, escribe hoy algo que para mi resume una de las claves de lo que ha pasado en las elecciones celebradas este domingo en Euskadi. Viloria reconoce el éxito de EH Bildu en los comicios por dos razones: la primera por el diseño de un proyecto, cuyo fondo es una incógnita, que le ha llevado a estar a punto de ganar las elecciones, y la segunda, que es la más destacada, “porque ha conseguido que nada de su oscuro y terrible pasado le cobre factura”.
Exacto. La sociedad vasca no ha tenido en cuenta para nada el pasado de la izquierda abertzale heredera de ETA, al depositar su voto en apoyo de la candidatura de Pello Otxandiano, designado directamente por Otegi. Ni siquiera ha tenido en cuenta que en plena campaña Otxandiano se negase a reconocer a ETA como una banda terrorista que carga en la mochila de su historia con cientos de asesinatos, de tiros en la nuca, de secuestros y extorsión. Lejos de eso ha llevado a EH Bildu a conseguir un resultado histórico con 341.000 votos y 27 escaños en el Parlamento, datos que comprometen al tradicional nacioalismo del PNV, que ha salvado los muebles por un puñado de votos y salva el Gobierno gracias al apoyo de los socialistas.
Lo que ocurra en los próximos meses y años está por ver y mucho tendrá que ver el papel que adopten los socialistas para favorecer o frenar el ansia nacionalista más radical de Bildu, que empieza a ver con buenos ojos la estrategia de sus vecinos catalanes para armar un proceso independentista que los separe de España.
En Cataluña el PSOE ha contribuido a ello con una política de entreguismo absoluto a las exigencias secesionistas a cambio de su apoyo para formar Gobierno, y en Euskadi muchos dan por hecho que repetirá maneras y modos para que acabe engordando el deseo separatista en territorio vasco.
Una baza importante serán las próximas elecciones catalanas. Si se acentúa el voto independentista a través de formaciones como Junts y los republicanos de ERC, o lo que es lo mismo, el respaldo mayoritario a Puigdemont y, en menor medida, a Oriol Junqueras, el efecto rebote por imitación en el País Vasco será cuestión de tiempo, y más antes que después porque ven los réditos políticos, sociales y económicos que da el procés.
En los infinitos análisis e interpretaciones que se hacen de los resultados de estas elecciones están los que ven en los resultados de Bildu, como Pepa Bueno en El País, una “normalización de la sociedad vasca” porque en su opinión “el tiempo ha hecho su trabajo”, y los que al otro extremo, como el dirigente de Vox Santiago Abascal, cree que los resultados “han sido malos para España” por el enorme crecimiento del voto nacionalista y en especial el de los herederos de ETA.
Lo cierto es que el voto nacionalista se ha alimentado sobre todo del apoyo joven, de las nuevas generaciones que ven con simpatía el procés catalán y sueñan con un movimiento similar en el territorio de Euskal Herria. Si la opción era la izquierda estaban las alternativas de Sumar y Podemos y la más clásica del PSE, y sólo los socialistas han aguantado el envite, lo que demuestra que los jóvenes vascos están más por la vía nacionalista más radical de EH Bildu.
Está por ver si las urnas de este 21 de abril no han parido el principio del ‘prozesu’ vasco y eso no creo que sea un a buena noticia para este país aunque algunos lo vistan de normalidad democrática que no puede serlo nunca si antes no se recorre el terrorismo etarra y se pide perdón a las víctimas. La cuestión es hacia dónde nos dirige esa normalización