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¿Fue consentido el beso de Rubiales a Jenni?

¿Fue consentido el beso de Rubiales a Jenni?

Luis Rubiales, ex presidente de la Federación Española de Fútbol. /EP

A ver. En el superfamoso caso de la jugadora de fútbol Jenni Hermoso y del ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, distingo dos planos que en mi opinión, solo en mi opinión, son completamente diferentes y responden a planteamientos que tienen matices distintos.

De un lado y lo más importante de todo, esta historia ha supuesto un movimiento mundial que ha concienciado sobre los límites que deben existir en los comportamientos dentro del deporte femenino y en este caso del fútbol. Respeto y profesionalidad desde la igualdad por encima de actitudes machistas y abusos intolerables que se han dado y no siempre con la condena precisa de las instituciones implicadas y de la propia sociedad.

La reacción al beso de Rubiales a Hermoso generó un movimiento de rechazo que ha supuesto, por fortuna, un antes y un después en el deporte, como lo fue el movimiento #Me Too contra los abusos sexuales en la industria del cine, en la que hemos conocido casos asquerosos de agresiones que se han tratado con impunidad y alevosía en muchos casos y silenciados en otros por víctimas amenazadas y sometidas a chantaje y extorsión.

De otro lado, si nos referimos a este caso concreto y aún a costa de quedarme apartado y separado de la doctrina mayoritaria, en el caso de Jenni Hermoso y el beso de Luis Rubiales tengo algunas dudas y las planteo aunque parezca un anatematismo y me vistan con la cara del diablo en medio de los infiernos.

En la famosa celebración del Mundial hubo dos momentos que seguramente retratan al personaje central, Luis Rubiales, como un patán impresentable para el cargo que ocupaba, pero uno y otro pueden tener matices que supongo se verán y saldrán durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional. Uno fue la imagen obscena y vulgar agarrándose las pelotas llevado por la euforia en la celebración del Mundial junto al resto de autoridades, y en especial en presencia de la princesa Sofía y de la reina Letizia. Incalificable.

Otro fue el famoso beso, indecoroso gesto del entonces presidente del fútbol español que no debía haber ocurrido, pero aquí tengo mis dudas de que fuese realmente una agresión sexual, que es por lo que se le juzga. Aunque Hermoso asegura que no fue consentido y que se vio sorprendida porque «le estaba besando su jefe», creo que en un momento de euforia como el que se estaba viviendo sí que pudo acceder al “piquito” como un gesto que no iba más allá de ninguna intencionalidad sexual. Mis dudas están en que no hay nada que desmienta la versión de Rubiales y el comportamiento posterior de la futbolista en el túnel de vestuarios o en el propio avión de regreso en el que Jenni no habló en ningún momento de ese gesto como algo reprobable.

Ha dicho al juez que no tenía por qué exteriorizar nada para que no se hubiese sentido agredida. Pienso que alguien que se siente ofendida y agredida responde con malestar, enfado y por supuesto con indignación, y en las horas posteriores a los hechos no hubo nada de eso, al menos públicamente. Al contrario.

Es verdad, y su palabra también vale, por supuesto, que pudo sentir ese rechazo, pero en mi opinión ella no le había prestado atención a este hecho como una afrenta sexual hasta que vio el revuelo mundial que se formó y se sumó al él como víctima. Incluso pudo ser entonces consciente de la gravedad de lo ocurrido. De lo que sí estoy convencido es de las enormes presiones y el acoso que sufrió después desde el entorno de la Federación y otros ámbitos para que suavizase su postura cuando el caso adquirió dimensiones de tsunami.

Entiendo que ahora alguien que lea este artículo me esté echando a los leones, pero que no confunda el rechazo a estos comportamientos repudiables e intolerables, con la duda de si reamente en este caso y tal como ocurrieron los hechos, hubo o no agresión sexual o fue un beso consentido.

La cuestión no es baladí porque una u otra cosa puede llevar a una persona a la cárcel condenado a dos años y seis meses. Que Rubiales es un patán y que sus negocios arrojan sombras muy oscuras absolutamente cierto, pero si resulta condenado e ingresa en prisión, ¿qué debería ocurrir con Errejón?

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