ERNESTO EKAIZER / El Periódico de Catalunya
Ana Rosa Quintana, sin ninguna pizca de amarillismo o sensacionalismo, puso el dedo en la llaga cuando reflejó en su pregunta que Alberto Nuñez Feijóo se había metido en un buen lío con su decisión de faltar al acto de apertura del año judicial, un acto anual en honor al Rey.
P: Ha sido muy cuestionado…Al final se convirtió más en noticia que usted no iba a que el Fiscal General del iba a presidir el acto justo antes de sentarse en el banquillo y delante de los jueces que posiblemente le vayan a juzgar.
R: Yo podía elegir, el jefe de la oposición no tiene ningún papel constitucional en el inicio del curso político. Yo le agradezco al Tribunal Supremo que me haya invitado en julio, posteriormente aparece el procesamiento del Fiscal General y yo notifico a finales de julio que he decidido no asistir y por supuesto hablé con Casa Real.
Vamos a ver. Desde finales de julio al 5 de septiembre, la situación podía haber cambiado, ¿no? Porque ¿cómo sabía Feijóo que después del auto de procesamiento, dictado el 9 de junio (en su respuesta lo diluye todo como si el auto de procesamiento «aparece» a finales de julio, y lo es casi dos meses después), el fiscal general del Estado iba a permanecer incólume en su posición sin dimitir, pese a haberlo dicho?
Ana Rosa, a continuación preguntó, ya que fue Feijóo quien hizo lo que los americanos llaman name dropping (la práctica de soltar personas o instituciones importantes en una conversación).
P: ¿Qué le dijo el rey?
R: El rey en su papel de moderación ha dicho que entendía y tomaba nota de mi decisión…
Veamos. En el mismo momento en que Feijóo invoca la moderación del rey lo está usando, soltando su nombre, y no sólo, afirma que lo «entendía y tomaba nota». En otros términos, que comprendía la importancia del boicot personal de Feijóo a al acto que se celebra en su honor porque es precisamente en su nombre en el que se dictan las sentencias («la justicia emana del pueblo y en su nombre se administra las leyes por jueces y magistrados, integrantes del Poder Judicial». Y que lo tendría en
cuenta.
La única razón por la cual Feijóó salió por iniciativa propia con esta historia es porque pretendía salvar la cara ante el PP por haber actuado como un político antisistema al ausentarse en el acto del 5 de septiembre. Feijóo pretendió con ese gesto aislar a Pedro Sánchez. Pero el presidente, ni Pedro Sánchez, ni nadie antes, acuden a este acto, ya que les representa
el ministro de Justicia.
Feijóo le dio la espalda al rey, principal protagonista de esta ceremonia anual y se aisló a sí mismo, acudiendo al acto de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en lo que puede llamarse el huevo de la serpiente de la Gürtel, Arganda del Rey, allí donde todavía resuena la confesión del empresario de la construcción y expresidente del Real Madrid, Fernando Martín, el 31 de marzo de 2025, durante una sesión del juicio oral, según la cual entregó junto con su socio un talón de 25 millones de euros para sobornarle. Y, si se quiere hacer un rizo más, para asistir al acto de Díaz Ayuso, cuya pareja, Alberto González Amador, está procesado y pronto será objeto de la apertura de juicio oral por dos delitos fiscales y uno de falsedad de facturas falsas, por los cuales se piden,3,9 años y 5 años de cárcel, respectivamente.
Tanto en el cuartel general de la madrileña calle de Génova han matizado que la Casa de Su Majestad el Rey se limitó a dar un «acuse de recibo» de las manifestaciones de Feijóo; la Casa Real, a su vez, aclaró Felipe VI “se ha atenido, se atiene y se atendrá a una exquisita neutralidad política en su acción institucional”, y se ha asbtenido de comentar conversaciones privadas.
Seguramente Feijóo habrá tenido que disculparse ante Felipe VI por meterle en este embolao pero esto, lógicamente, no lo sabremos.
Lo que tiene interés: Feijóo supo que se equivocó, pero en lugar de encajar, pretendió salir de Gutemala para caer en Guatepeor, cuando tenía que haber aguantado solito el chubasco sin pretender que tiene al rey de su parte. Una cosa es que crea que lo tiene, pero otra es hacer exhibición de ello. Por la boca muere el pez.