La mezcla de paracetamol y alcohol es una duda frecuente en situaciones habituales, como después de una noche de fiesta o un día intenso. Aunque ambos consumos están socialmente normalizados, combinarlos puede resultar más peligroso de lo que parece, según advierte el portal farmacéutico especializado PromoFarma.
El principal riesgo de esta combinación afecta al hígado, el órgano encargado de metabolizar tanto el alcohol como el paracetamol. Al consumirse juntos, se produce una sobrecarga hepática que puede derivar en problemas graves como hepatitis o incluso insuficiencia hepática, convirtiendo un gesto aparentemente inofensivo en una amenaza para la salud.
El alcohol altera la actividad de las enzimas que procesan el paracetamol, favoreciendo la acumulación de un metabolito tóxico que puede dañar las células del hígado. Este efecto se intensifica en personas con un consumo elevado o habitual de alcohol, ya que el hígado se encuentra ya sometido a un esfuerzo constante.
La dosis del medicamento también es un factor clave. En adultos sanos, el límite máximo de paracetamol se sitúa en cuatro gramos diarios, pero esta cantidad puede resultar peligrosa si se ha consumido alcohol, incluso aunque se trate de una dosis considerada habitual.
Existen colectivos especialmente vulnerables a esta interacción, como las personas con enfermedades hepáticas, los consumidores habituales de alcohol y los adultos mayores que toman varios medicamentos. En estos casos, extremar la precaución es fundamental para evitar daños graves en el hígado.