El verano es sinónimo de sol, playa y piscina, pero también de mayor exposición a agentes que afectan la salud ocular. El oftalmólogo y cofundador de Clínica Baviera, Fernando Llovet, advierte sobre los riesgos de bañarse con lentillas. Estas lentes pueden acumular virus, bacterias y otros patógenos que provocan infecciones graves.
“Durante el verano, solemos relajar la higiene ocular y los ojos están más expuestos. Esto aumenta la probabilidad de conjuntivitis y otras afecciones”, explica Llovet. Según ha informado Europa Press, entre los consejos clave para proteger la vista destaca la prevención frente al contacto con agua en piscinas y playas, así como la limpieza y cuidado posterior.
Evitar que el agua entre en contacto con los ojos es fundamental. Usar gafas de natación protege frente a virus y bacterias, mientras que unas gafas de sol homologadas resguardan del sol, la arena y el viento. Tras el baño, se recomienda ducharse o al menos aclarar la cara con agua limpia. Al final del día, aplicar suero fisiológico o lágrimas artificiales ayuda a limpiar e hidratar los ojos.
La higiene es clave. No compartir toallas ni productos cosméticos que puedan tocar los ojos previene contagios. También es importante evitar frotarse los ojos, sobre todo con manos sucias, mojadas o con arena. Para quienes usan lentillas, Llovet aconseja llevar siempre un estuche con líquido para poder retirarlas o limpiarlas si hace falta.
“Pequeños gestos como estos ayudan a prevenir las infecciones oculares más frecuentes del verano. Ignorar los síntomas o automedicarse es un error. Si los problemas persisten, es importante acudir al oftalmólogo para una revisión completa”, señala el especialista.
La conjuntivitis es una de las afecciones más habituales en verano. Sus señales incluyen ojos enrojecidos, lagrimeo, picor y sensación de arenilla. Los baños frecuentes, el uso prolongado de lentillas, el cloro, la arena y el polvo aumentan los casos, especialmente en niños y personas activas al aire libre.
Existen tres tipos principales: la irritativa, provocada por agentes externos y que suele mejorar al evitar el irritante; la vírica, contagiosa y frecuente en entornos recreativos; y la bacteriana, que puede requerir colirios antibióticos tras contacto con aguas contaminadas.
Con precauciones simples, como no usar lentillas en el agua y mantener buena higiene ocular, se puede disfrutar del verano sin riesgos para los ojos.