Todo es importante según la importancia que se le dé. Sin ir más lejos, Oscar Wilde escribió una obra de teatro sobre la importancia de llamarse Ernesto. Importante es la música, siempre, sobre todo cuando se sabe acompañar de una letra conmovedora.
Paloma Blanca es una excelente profesional, pero la letra es una pena. El eaeaeade nana absurda, donde el Nilo, la muerte y la luna aparecen sin ton ni son sobre una exigencia aburrida, perjudicaron la intención de los votos.
Si doña Concha Piquer hubiese movido su abanico malva al cantar con picardía su Eugenia de Montijo, no se nos habría escapado el premio. Pero la música de hoy (¡soy una antigüedad!) consiste en moverse, agitarse más bien, en un delirio sin tema, insoportable.