En el Colegio cordobés donde cursé el bachillerato, existía un camino de eucaliptos que le llamábamos el Paseo del Cáncer, porque era el único sitio donde nos dejaban fumar a los del último curso. Ellos, a cambio, perfumaban nuestros pasos. Esta semana he descubierto, gracias a los botánicos, que los eucaliptos, por muy cerca que estén unos de otros, nunca se rozan en las copas, respetan esa distancia de mirarse sólo y se les denomina por eso árboles tímidos… En su lenguaje de amor no querrán contagiarse si sufriesen, unilateralmente, alguna plaga o, sabiéndose hermanos, se contentan simplemente con el beso que el aire les acerca.
Argentinos y españoles hemos crecido juntos. Gozamos del aroma común que sueltan las palabras cuando en castellano se pronuncian. Nos hemos acogido, aquí o allá como hermanos de fe, en los tiempos difíciles. Saber que les va bien es para mí un sueño crecido. Ni los Kirchner han podido separarnos.
…Tanto nuestro Presidente de Gobierno como el ministro Tarzán de los Transportes, debieran aprender de la exquisita elegancia con que se tratan, allá arriba, los eucaliptos.