Es ello, oye, que estaba un servidor en medio de la cena familiar de nochevieja, a punto de comerme una sola uva en doce bocados, por mor de la condición de diabético. Veo a la presentadora del acontecimiento y me alegra que sea alguien de mucho peso, porque entiendo que las personas voluminosas han de estar soberanamente respetadas. Pero he aquí que esta señora, en un momento dado enseña una vaca con el Corazón de Jesús, o, si se quiere, un Corazón de Jesús vacuno.
Dejo para los teólogos razonar la condición blasfema y para los sociólogos la oportunidad, o no, de iniciar el año con una ofensa a los católicos. Si la condición de persona de mucho peso es perfectamente respetable… ¿por qué no lo es la de católico?.
Mi madre murió con la jaculatoria: “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”, y alguno entre mis mejores amigos invoca en sus problemas y en sus alegrías al Corazón de Cristo, como un signo certero del amor más desinteresado e íntegro que se pueda pensar.
Es ello, oye, que a uno le da por discurrir, y pensando… piensa: ¿a qué viene faltar al respeto en una televisión pública que pagamos entre todos… ¿o acaso los católicos no pagan impuestos?.
Ciertamente, creo que lo cursi es lo perfectamente innecesario, aunque comulgue con lo políticamente correcto. Hoy entra dentro de la corrección política el insulto a los católicos, pero se introduce en el interior de lo completamente cursi banalizar la entrega, siempre ferozmente valiente, del amor de Cristo.
En nombre del Señor, confío en que mi perdón esté a la altura de la ofensa, pues mi fe en el Corazón de Jesús me lleva directamente a devolver bien por mal y a rezar por los que me ridiculizan.
Es ello, oye, que todos estos me parecen argumentos de gran peso, al menos tanto como el de la banal ofensa, pretendida pero en mi caso no alcanzada, de la susodicha presentadora, a la que le deseo un año nuevo perfectamente próspero… término que tan solo utilizamos cuando las fechas cambian de dígito y cuando nos referimos a Merimé, el autor de Carmen que no era francesa, sino “La Carmen de España”… cristiana y decente.
Existen gestos que por innecesarios no deberían tener lugar. Al margen de las creencias de cada uno aburren hasta la sociedad los que buscan la sonrisa facilona y la complicidad instantánea de aquéllos que nada comprenden. Se dice que la Fe si tiene la fortaleza suficiente nada debería perturbarle. Eso es tan ridículo como decir que si el amor de los padres hacia los hijos es lo suficientemente potentes ningún acto ingrato de estos debería afectarlos, pero aún así los mismos si les duelen.