No hacía falta un espejo para verse en toda su bajeza humana, estos dos narcisistas.
Dos egos imparables, sus metas de crecer tumbando al oponente son conocidas por todos. Caiga quien caiga, ese es su lema o mejor, es su mantra vital.
Nunca tendrán suficiente, y su inagotable avaricia acompañada de una sorna que raya la demencia, los representa. Uno que al verse crecido es capaz de reír sus propias ocurrencias, que sus palmeros acogen con gran júbilo.
Se pasearon los dos por las redes para demostrar al mundo su poder. Pocos vieron la entrevista, pues ese libro que pretenden vendernos no parece que interese mucho, no importa el autor ni lo que cuente de él.
Uno no sirve ya para entretener y el otro con verse como un ser superior tiene suficiente. Sus seguidores tienen la culpa de su ascenso, llegará su bajada a los infiernos y será para todos los que lamieron sus pies, sobre todo, los que plasmaron sus firmas en documentos sin luz.
Con personajes así… Es mejor no darles bola. Son hirientes, al más mínimo sentimiento que represente la humanidad y la empatía. La canción de Vamos a contar mentiras, de fondo en la entrevista, les hubiera acompañado mucho mejor. Son un auténtico fiasco, el uno y el otro.
La entrevista fue como se esperaba con semejante presentador y con el entrevistado, que se notaba su” placer” y pasión por sí mismo. ¡Por su ego se les conoce a los dos! Al uno y al otro, cada uno en su nube. Un fiel reflejo, que no lo recoge el espejo.
Como en Entrevista con el vampiro, teniendo en cuenta que en esa película los actores eran mejores y conseguían enamorar a través de la pantalla. Eran actores con un texto que entretenía y una puesta en escena difícil de borrar de la mente. ¡Además eran muchísimo más guapos!