Un estudio demuestra la enorme influencia perjudicial de la cardiopatía prematura en la salud cerebral
Los adultos diagnosticados de cardiopatía coronaria, sobre todo antes de los 45 años, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar demencia, Alzheimer y demencia vascular en etapas posteriores de la vida, según un nuevo estudio publicado en la revista Journal of the American Heart Association.
“La cardiopatía coronaria se ha asociado anteriormente con el riesgo de demencia en adultos mayores; sin embargo, se cree que este es el primer estudio a gran escala que examina si la edad de inicio de la cardiopatía coronaria puede influir en el riesgo de desarrollar demencia más adelante en la vida”, ha dicho Fanfan Zheng, autor principal del estudio.
Entre los 432.667 participantes en el estudio, hubo 5.876 casos de demencia, 2.540 casos de Alzheimer y 1.220 casos de demencia vascular que se produjeron a lo largo de una media de 13 años de seguimiento.
En comparación con los participantes que no padecían cardiopatía coronaria, los participantes que sí la padecían tenían mayores riesgos de desarrollar demencia por cualquier causa, enfermedad de Alzheimer y demencia vascular.
Tras ajustar el análisis por factores demográficos y de estilo de vida, los participantes con cardiopatía coronaria tenían un 36% más de riesgo de desarrollar demencia, un 13% más de riesgo de desarrollar Alzheimer y un 78% más de riesgo de desarrollar demencia vascular.
“Lo que más nos sorprendió fue la relación lineal entre la edad de inicio de la cardiopatía coronaria y la demencia. Esto demuestra la enorme influencia perjudicial de la cardiopatía coronaria prematura en la salud cerebral”, ha afirmado Zheng. “Como cada vez hay más personas que viven más años y a las que se diagnostica una cardiopatía coronaria a una edad más temprana, es probable que en los próximos años aumente mucho el número de personas con demencia”, ha explicado.
Así, Zheng ha pedido que los profesionales sanitarios estén atentos a las personas diagnosticadas de cardiopatía coronaria a una edad temprana, y ha defendido que el siguiente paso será determinar si la modificación del riesgo cardiovascular en etapas tempranas de la vida favorecerá una mejor salud cerebral en etapas posteriores.