El vigilante

29 de mayo de 2024
1 minuto de lectura
Vigilante de seguridad. | Fuente: Europa Press.
Francisco Camacho Fraile

Ardua tarea el que debe estar atento. Otear lo que sucede alrededor por si aparece la causa para evitar su efecto. Trabajos a prevención de los hechos. Más fácil la labor de los bomberos que acuden siempre ante lo que pudo evitarse pero no se hizo. El vigilante siempre ha estado ahí, antes del principio.

Son seres noctámbulos como una noche prolongada e infinita. Con caprichosos horarios y en horas desalmadas en las que los otros descansan. De ellos siempre se espera más de lo que debería exigírseles. La costumbre de observarlos en su medio les hace pasar desapercibidos, pero no son invisibles aunque los demás lo pretendan.

Ocupan su rincón compartiendo tiempo y espacio con mundos paralelos. El puesto lo ocupan muchos y distintos pero se tiene la impresión de que siempre es el mismo, como si se tratara de una esfinge repetida. Su labor no es oficio fácil, tampoco nadie ayuda a que así sea.

No pueden conocer de antemano que tipo de humanoide flanqueará el paso ni cuál será la sustancia de la que estará investido. La conocerán al mismo tiempo que actúan, como un todo improvisado. Son los vigilantes de la sede judicial de plaza de Castilla. Están para los del interior y los de fuera, sin pertenecer a ninguno de ellos, y con el estigma y la marca del que solo sirve.

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