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El Tren

Tren yendo a gran velocidad | Fuente: iStock

Desde la App de cercanías también podrán adquirirse los abonos recurrentes de Cercanías y Rodalies | Fuente: iStock

Yo nací en un pueblo donde los trenes eran lentos porque se llevaban las almas. El maquinista traía a mi padre, por encargo, un cuarterón de tabaco verde picado que él estiraba una larga semana haciendo canutillos de papel cada día más finos. El tren nos traía así los humos y los sueños. Y luego salía, despacio, de nuestros ojos como se pierde pronto una lágrima que nació sin motivo.

Los trenes de hoy, igual que las vidas, van a velocidades que sería difícil imaginar entonces. Como si se hubiesen empeñado en perseguir todas las sombras de todos los campos y sentirse importantes por eso. Sentencian, con tanta prisa, un progreso que es desgana, un cansancio de llegar a tiempo, aunque se pierdan el saludo de aquel jefe de estación que levantaba su banderín para decirnos adiós… Adiós, adiós buen viaje, adiós que lo pase bien… se adornaba en picardías doña Concha Piquer al cantarlo.

Acabo de leer en Fuentes Informadas que el Rey ha inaugurado un tren de alta velocidad que llega a Murcia en un santiamén. Parece ser que el presidente del gobierno tenía más prisa y llegó antes que el Rey, y antes que el Rey se subió para comprobar si estaban tiernos los asientos y los aplausos. Por el camino hablaron de si tiene que pronunciarse en esto de los jueces o de si yo no puedo intervenir porque soy el árbitro, aunque me muera por sacarte una roja después de la zancadilla que has querido ponerle a la verdad. Que si sí que si no, hasta que el presidente se juró a sí mismo en silencio que se las pagaría y que se lo va a cobrar poco a poco robándole, para empezar, sus dignidades. Aún no ha entendido el presidente que el Jefe del Estado es un símbolo y que los símbolos no hablan ni tienen sentimientos, los provocan.

Estoy seguro de que esa negativa del Rey, antes del tren, en el tren o después del tren, a ayudar al presidente en su ruego tramposo va a contribuir a que don Felipe se quede sin algunas piedras preciosas en la corona. No obstante, como estamos en Navidad y gracias a la velocidad del tren, a lo mejor el presidente tiene con él misericordia.

Dicen que la Reina castiza regaló a su nieto Alfonso XIII un reloj de bolsillo, en cuya interior tapa de oro figuraba San Jorge luchando con el dragón… Esperemos que el dragón siempre pierda.

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