León XIV inicia su primer viaje internacional con un gesto que busca unir memoria y consuelo. El Papa llega a Beirut para rezar en el puerto donde ocurrió la explosión del 4 de agosto de 2020. Ese día marcó a toda la ciudad. Más de 200 personas murieron, miles resultaron heridas y la capital libanesa quedó herida de forma profunda. Muchas familias siguen intentando reconstruir sus vidas, y el país aún arrastra la crisis económica y política que la tragedia agravó.
El pontífice quiere que su visita tenga un tono sencillo. No pretende ofrecer discursos largos ni ceremonias complicadas. Desea estar allí, escuchar y acompañar. Su oración, breve y directa, busca honrar a las víctimas y recordar que su sufrimiento sigue presente en la memoria del mundo. Para muchos libaneses, su presencia representa un rayo de esperanza en medio del desgaste social.
El Vaticano ya presentó el itinerario del viaje, que comienza el 27 de noviembre y termina el 2 de diciembre. La agenda es intensa y abre espacios para abordar temas clave. León XIV se reunirá con líderes religiosos y civiles para hablar sobre el diálogo interreligioso, la situación de los cristianos en Medio Oriente y las tensiones que afectan a toda la región. Su papel como primer Papa estadounidense también genera expectativas, ya que muchos ven en él una figura dispuesta a tender puentes.
Tras su paso por Beirut, el pontífice viajará a Turquía. Allí participará en la conmemoración del 1,700 aniversario del Concilio de Nicea, un momento decisivo en la historia del cristianismo. El Papa quiere reforzar su cercanía con el Patriarca Bartolomé I, líder espiritual de los cristianos ortodoxos. Ambos compartirán momentos de oración, un gesto que subraya la importancia del camino hacia la unidad, según apunta La Vanguardia MX.
La explosión de 2020 dejó cicatrices visibles en Beirut. Barrios enteros quedaron destruidos, miles de personas perdieron sus hogares y la ciudad tardó meses en recuperar cierta estabilidad. León XIV quiere recordar que este sufrimiento no pasó al olvido. Su visita apunta a encender una esperanza nueva y a pedir al mundo que no ignore la fragilidad del Líbano.
En Turquía, el Papa también realizará encuentros con autoridades locales, miembros del clero y comunidades cristianas. En İznik, la antigua Nicea, hará una oración cerca de las excavaciones de la Basílica de San Neófito. Aunque será su primera visita al país, no tiene planeado acudir a Santa Sofía, un lugar emblemático para el mundo cristiano y musulmán.
Este viaje combina memoria, fe y diálogo. Y marca el comienzo de un pontificado que quiere acercarse a las heridas del mundo con gestos simples y humanos.