Durante el centenario de la Federación Internacional de Universidades Católicas, el sumo pontífice insta a las instituciones a traducir la inspiración cristiana para las nuevas generaciones
En un discurso pronunciado ante una delegación de la Federación Internacional de Universidades Católicas (Fiuc), el Papa Francisco ha instado a la Iglesia a abordar abiertamente los grandes temas contemporáneos y a traducir las bases del pensamiento cristiano a un “lenguaje abierto a las nuevas generaciones”.
Con motivo del centenario de la Fiuc, el Pontífice ha llamado a las universidades católicas a desempeñar un papel crucial en el diálogo sobre los desafíos actuales. Francisco ha destacado la necesidad de “iluminar las aspiraciones humanas más profundas con las razones de la inteligencia y las razones de la esperanza”.
El Papa también ha urgido a las instituciones educativas católicas a “traducir culturalmente” la riqueza de la inspiración cristiana, identificar nuevas fronteras en el pensamiento, la ciencia y la técnica, y habitarlas con equilibrio y sabiduría.
El propósito de la ciencia y a superar el miedo en el servicio a la humanidad
Citando al escritor y filósofo español Miguel de Unamuno, el Papa ha reflexionado sobre el propósito de la ciencia y ha instado a cuestionarnos continuamente sobre el impacto transformador del conocimiento que producimos.
En relación con las universidades católicas, Francisco ha enfatizado la importancia de tomar decisiones que reflejen el Evangelio y de comprometerse activamente en la transformación del mundo al servicio de la persona humana. Advierte contra la tentación de encerrarse en una “burbuja social segura”, llamando a superar el miedo que, según él, “devora el alma”.
Además, el Papa ha dirigido un llamado a la Iglesia para acoger a aquellos que se sienten “abandonados por Dios”. Durante una audiencia con una delegación ecuménica de Finlandia, enmarcada en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, Francisco ha exhortado a proclamar el Evangelio en medio de las falsas direcciones del mundo, instando a estar abiertos a los más pobres y olvidados.
En conclusión, el Papa ha recordado que la “meta común” de los cristianos es Jesucristo y ha subrayado que esta meta no está lejos ni es inalcanzable, ya que el Señor ha venido a nuestro encuentro en su misericordia, haciéndose camino para que podamos caminar seguros en medio de las encrucijadas del mundo.