España, motivos para el orgullo

16 de julio de 2024
4 minutos de lectura
El mundo mira hoy a España con envidia
Ambiente durante el partido de semifinales de la Eurocopa entre España y Francia desde una pantalla gigante en una explanada de Madrid. / Gustavo Valiente - Europa Press

Alcaraz, en la final de Wimbledon, y La Roja, en la final de la Eurocopa, atraen la atención del planeta hacia un país del que debemos sentirnos orgullosos

James Edward Rhodes, un pianista, escritor y filántropo nacido en Reino Unido y vecino de Madrid, escribió hace años un excelente artículo en El País en el que nos sacaba los colores a los españoles porque no éramos conscientes del maravilloso país que tenemos y de la suerte de ser españoles, ya no solo por su legado histórico, sino por sus realidades actuales como sociedad avanzada y una calidad de vida de ensueño. Rhodes estaba tan convencido de sus palabras que se nacionalizó español.

Me llamó poderosamente la atención que fuese un intelectual británico el que nos diera un ‘collejón’ para despertarnos y recordarnos que los españoles tenemos motivos sobrados para sentirnos orgullosos de nuestra tierra, para que la defendamos, a veces de nosotros mismos, y para unirnos en un proyecto colectivo de progreso en el que todos caben y todos deben estar.

El sentimiento ‘Rhodeliano’ a flor de piel

Hoy tengo el sentimiento ‘Rhodeliano’ a flor de piel y el patriotismo por las nubes. Es uno de esos días en los que podemos sacar pecho porque vamos a ser el centro mundial de todas las miradas del deporte. Un joven y brillante Alcaraz se medirá a Novak Djokovic en la final del Grand Slam de Wimbledon, el torneo más importante del tenis mundial junto a Rolans Garros, y España jugará la final de la Eurocopa, precisamente frente a la selección inglesa.

No extraña que al ganar su partido de semifinales frente al ruso Daniil Medvedev anunciase eufórico que este domingo “iba a ser un gran día para los españoles” y que el público inglés recogiese sus palabras con un respetuoso murmullo en contra. “No digo que vaya a ganar pero que será un día divertido”, se apresuró Alcaraz a calmar las gradas.

Pendiente de las gestas de sus deportistas

Queremos que Alcaraz gane Wimbledon como ya lo hizo en Francia el Roland Garros, y queremos que ‘La Roja’ se traiga la que sería la cuarta Eurocopa y convertirse en el país que más veces la ha conquistado. Por supuesto que confiamos en la victoria de los nuestros y claro que este domingo todo el país estará pendiente de las gestas de sus deportistas.

Pero si no es así no dejemos de apreciar la importancia de haber estado en la final y de haber sido mejores que la inmensa mayoría que como Italia, Francia o Alemania tendrán que conformarse con ver el partido desde casa. España atrae hoy todas las miradas y nuestro himno sonará al principio en la pista central de Wimbledon y en el Estadio Olímpico de Berlín, y se escuchará en millones de hogares de todo el planeta. Ya veremos si sonará también al final de los encuentros mientras ondee nuestra bandera para recoger los trofeos. ¡Sería impresionante!

El ruido y la quimera

A menudo nos distraemos con el ruido de la política y nos dejamos llevar por la quimera que busca disensos y separatismo sin valorar en su justa medida el valor de la fuerza que da la unidad. Declara Lamine Yamal, la estrella del Barça que ha emergido de este torneo, que el secreto del equipo español es que todos son “una piña”, que comparten la ilusión y el sacrificio, y está dando este muchacho de 17 años recién cumplidos, hijo de migrantes marroquíes y orgulloso de pertenecer a uno de los barrios más deprimidos de Mataró, está dando, digo, la clave del éxito que necesita cualquier proyecto: la fortaleza del grupo en un objetivo compartido.

Si los delanteros no ayudan en defensa y si desde el banquillo no se sale motivado para aportar, es probable que el proyecto fracase. Igual sucede en la política de la vida y en la vida de la política y es aquí donde tienen sentido ideas como el equilibrio y la solidaridad territorial, la justicia o la igualdad de oportunidades. O somos una piña o complicaremos la victoria. La división de los reinos de taifas favoreció el avance de los reinos cristianos, que aprovecharon la debilidad de la individualidad de cada taifa para someterlas a todas. La historia enseña siempre aunque nos empeñemos en no aprender y más cuando en un mundo como el actual oculta a tantos y poderosos enemigos.

Catalán, pero haciendo equipo por España

Por ahí deben estar los que como Marta Rovira regresan después de siete años prófugos para acabar lo que dejaron a medias, es decir la separación, la independencia de Cataluña, y yo, que quieren que les diga, me quedo con el ejemplo del niño Yamal, catalán, pero haciendo equipo por España.

‘Hay un gesto que me parece extraordinario por el simbolismo que encierra y que tiene mucho ver con lo que digo: este domingo en Ermua, corazón vasco, se colocará una pantalla gigante para ver el partido de España. Así se hace piña y se valora lo que somos y lo que tenemos. Como en Ermua, sucederá también en cientos de sitios en todo el país para ver en comunidad el partido, para corear los ‘uyyyyyy’, abrazarnos con los goles y compartir los nervios y la emoción.’

Queremos ganar hoy en Londres y en Berlín y vamos a hacerlo, pero si perdemos me sentiré igualmente satisfecho como español por haber llegado a donde no lo han hecho los demás, y por la lección que nos han dado estos deportistas capaces de ilusionar a millones de personas que se apostarán delante de pantallas en plazas y estadios.

Ojalá acabemos llorando de felicidad y, todavía mejor, ojalá que la euforia de las celebraciones en las que seremos ‘uno’ más que nunca durase eternamente como un pueblo único y sí, convencidos de que España es el mejor país del mundo para ser y para vivir. El mundo nos envidia y nosotros no nos enteramos. Amén, querido James.

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