Un estudio de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.) ha revelado una relación directa entre los trastornos que afectan a las conexiones entre la memoria y los circuitos cerebrales responsables de regular el apetito y el índice de masa corporal. (IMC), especialmente en pacientes con trastornos alimentarios asociados a la obesidad, como el trastorno por atracón. La investigación, publicada en la revista ‘Nature’, identifica alteraciones en las conexiones entre dos regiones cerebrales: el hipocampo dorsolateral (dlHPC) y el hipotálamo lateral (LH), en personas con obesidad.
Estas alteraciones pueden afectar la capacidad de controlar las respuestas emocionales al anticipar comidas o indulgencias gratificantes. El estudio destaca que algunas personas tienen diferencias fundamentales en estas regiones cerebrales que aumentan su riesgo de obesidad. En palabras del autor principal, Casey Halpern, profesor asociado de Neurocirugía y Jefe de Estereotáctica y Neurocirugía Funcional en Penn Medicine y el Cabo Michael J. Crescenz Veterans Affairs Medical Center: «Afecciones como los trastornos alimentarios y la obesidad son mucho más complicados que simplemente controlar el autocontrol y comer más sano. Lo que estos individuos necesitan no es más fuerza de voluntad, sino el equivalente terapéutico de un electricista que pueda hacer bien estas conexiones dentro de su cerebro».
El dlHPC, encargado del procesamiento de la memoria, y el LH, responsable de mantener la homeostasis en el cuerpo, están en el centro de esta investigación. Se ha demostrado previamente una asociación entre la pérdida de función en el hipocampo en personas con obesidad y trastornos alimentarios relacionados, como el trastorno por atracón. Sin embargo, la función del hipocampo ha sido difícil de estudiar en estos casos.
Los investigadores monitorearon la actividad cerebral en pacientes con obesidad mientras anticipaban y consumían alimentos gratificantes. Descubrieron que tanto el dlHPC como el LH se activaban simultáneamente en estas situaciones. Además, se confirma que esta conexión específica entre el hipocampo y el hipotálamo era más fuerte en individuos con obesidad, y su deterioro se correlacionaba con un IMC más alto.
Para validar aún más esta conexión, los investigadores utilizaron una técnica llamada «aclaramiento cerebral» para analizar el tejido cerebral, revelando la presencia de la hormona concentradora de melanina (MCH) en el dlHPC, una hormona relacionada con la regulación del comportamiento alimentario producido en el LH. Este hallazgo refuerza la conexión entre ambas regiones cerebrales.
En resumen, este estudio sugiere un vínculo directo entre las alteraciones en las conexiones cerebrales que controlan la memoria y el apetito, y la obesidad, especialmente en pacientes con trastornos alimentarios. Estos hallazgos podrían contribuir a identificar a quienes son más propensos a desarrollar obesidad y desarrollar terapias innovadoras para mejorar la función de este circuito cerebral crucial en pacientes obesos.