Hoy: 23 de noviembre de 2024
Los últimos hallazgos presentados en la 14ª Conferencia Europea sobre el cáncer de mama revelaron que la participación en un programa de ejercicios puede reducir el dolor y la fatiga, así como mejorar la calidad de vida de las personas que padecen cáncer de mama metastásico.
La investigación, liderada por Anouk Hiensch del Centro Médico Universitario de Utrecht en los Países Bajos, destaca una brecha significativa en la investigación del ejercicio en pacientes con enfermedad avanzada, a pesar de la abundancia de estudios en etapas tempranas del cáncer.
Según Hiensch, “aunque se han realizado muchas investigaciones sobre el ejercicio en personas con cáncer en etapa temprana, hemos visto muy poca investigación sobre el ejercicio en pacientes con enfermedad más avanzada”.
Los resultados de la investigación indican que, si bien todas las pacientes de diferentes grupos etarios obtuvieron beneficios del ejercicio, las mayores mejoras se observaron entre aquellas menores de 50 años. A pesar de ello, los investigadores afirman que sus hallazgos ofrecen evidencia sólida de la necesidad de incluir el ejercicio como parte integral del tratamiento y cuidado para todas las pacientes con cáncer de mama metastásico.
“Los pacientes con cáncer metastásico suelen someterse a un tratamiento continuo cuyo objetivo es prolongar su vida. Gracias a estos tratamientos, muchos pacientes con cáncer metastásico viven más tiempo, pero muchos también informan de un deterioro de su calidad de vida con el tiempo. Por lo tanto, necesitamos estrategias de atención de apoyo, como el ejercicio, que mejoren la vida de estas pacientes”, insiste Anouk Hiensch.
El ensayo incluyó a 357 pacientes con cáncer de mama metastásico con una edad promedio de alrededor de 55 años. Los pacientes fueron reclutados en uno de los ocho centros oncológicos de Alemania, Polonia, España, Suecia, Países Bajos y Australia. De estos pacientes, 178 fueron seleccionados al azar para participar en un programa de ejercicio de nueve meses junto con su atención habitual y los otros 179 recibieron su atención habitual.
El programa de ejercicios consistió en un entrenamiento personalizado dos veces por semana con ejercicios de resistencia, aeróbicos y de equilibrio supervisados por un fisioterapeuta o fisiólogo del ejercicio. Se animó a los pacientes de ambos grupos a realizar actividad física durante al menos 30 minutos todos los días y se les entregaron rastreadores de actividad.
Al inicio del estudio y después de tres, seis y nueve meses, los investigadores preguntaron a los pacientes sobre sus niveles de fatiga y su calidad de vida, incluido el dolor que padecían.
En términos generales, los investigadores observaron una disminución de la fatiga y una mejora en la calidad de vida entre los pacientes que se involucraron en el programa de ejercicios. Las mayores mejoras se evidenciaron en mujeres menores de 50 años y en aquellas que experimentaban dolor al inicio del estudio.
Aunque aún no se comprende completamente por qué el ejercicio beneficia a los pacientes con cáncer que sufren dolor, los investigadores sugieren que podría estar relacionado con la capacidad del ejercicio para reducir la inflamación. Recopilando muestras de sangre de los participantes del ensayo, los investigadores esperan obtener más información sobre este efecto.
De esta forma, los investigadores también están realizando un análisis de rentabilidad para ayudar a convencer a los responsables políticos y a las aseguradoras de salud de que financien programas de ejercicio para los pacientes.
Hiensch comenta: “Con base en estos hallazgos, recomendamos el ejercicio supervisado para todas las pacientes con cáncer de mama metastásico, particularmente aquellas que experimentan dolor, como parte de su atención estándar. Las pacientes de mayor edad también se beneficiaron del ejercicio; sin embargo, el programa podría requerir algunos ajustes adicionales para que se beneficien tanto como las pacientes más jóvenes.