José Miguel Hernández, desde el diario de un hemipléjico, se muestra impotente y enojado por los guardias civiles asesinados en Barbate.
El oriundo de Granada asegura que «me tiene muy preocupado la situación». Indica que le entristece imaginar a los agentes enfrentar a la narcolancha sin ningún tipo de ayuda desde la Administración.
Hernández califica de «héroes» a los guardias. Expresa que «son la primera línea de combate y tienen que estar preparados. Pero también se les debe proveer de los medios necesarios».
El granadino, que hace varios años sufrió un ictus, arremete contra el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Asegura que «se pone de perfil antes que ninguno».
«Esto no puede ser, que un coronel desde el Teatro Falla mande a la muerte a unos muchachos. A hacerle frente, con un flotador, a un trasatlántico narcotraficante. Esto no es serio, hay que tomar medidas».
Sus palabras de enojo también fueron destinadas al capitán que le dijo a los guardias civiles que se «echaran al agua con lo que fuera». Con mucha pena sostiene: «Los mandaron a la muerte directamente».
En otro ámbito, José Miguel Hernández se refiere a la familia. Asegura que el núcleo de la sociedad «tiene que ser el eje central de la política».
«Sin la familia no somos absolutamente nada», expresa Hernández antes de hablar de su situación de salud. Asegura que «una sociedad que tiene a la familia bien atendida» es un país sano y fuerte.
No dudó en expresar la admiración que siente por Japón. Señala «la dignidad que tienen con sus personas mayores». Expresa que al final todos los problemas de la sociedad repercuten en la familia.