El caso de Ramona, o cuando unos peligrosos ‘chorizos’ te roban la identidad y te procesan jueces de media España

13 de septiembre de 2023
8 minutos de lectura
Ramona María Faghiura
Ramona María Faghiura, la joven afincada en Zaragoza a la que le robaron la identidad. / Autor, J.A.H.

Ramona, vecina de Zaragoza, de 33 años, se muestra dicharachera e incluso sonríe, pero “a base de tres lexatines diarios”. Lo ha pasado fatal. Para ella se queda el calvario que ha estado soportando desde agosto de 2013. Le han robado la identidad. Le dolió especialmente lo que le ocurrió hace unos años en un hotel de Fraga (Huesca).

Estaba tan tranquila y la Guardia Civil aporreo la puerta de su habitación. Y se la llevaron. LLovía sobre mojado. Fue su remate emocional. Y aún sufre las secuelas. A Ramona le robaron la identidad unos delincuentes que desconoce y todas las fechorías que estos cometen por España se las atribuyen los jueces a ella. Un sinvivir.

Ramona confesó en Zaragoza a este periodista que alguien, una chica, una banda organizada, no lo sabe, se habían apoderado de su personalidad hace años y que la llevan por la calle de la amargura. La han convertido en una delincuente múltiple a través de Internet.

Recuerda que apenas llevaba una hora en el hotel de Fraga, y estaba casi dormida cuando oyó golpes en la puerta de la habitación (precisamente se había ido ese fin de semana con una amiga a esta localidad oscense para desconectar de la persecución que sufría).

“¿Es usted Ramona María Faghiura?”, le preguntaron dos hombres vestidos de verde. “Queda usted detenida, hay una orden judicial de búsqueda y captura y tiene que acompañarnos”. Eran las 02.30 del 11 de enero de 2015, madrugada del sábado al domingo.

Sus lamentos de que ella no había hecho nada y que todo era un error, ni los escucharon. Llorando, en la parte trasera del vehículo policial, Ramona sacó su móvil y escribió un mensaje a su marido, que estaba en Zaragoza, a 123 kilómetros: “Estoy detenida en Fraga, tráete la carpeta [con los papeles] y ven corriendo…”.

“Estoy detenida en Fraga, tráete los papeles y ven corriendo…”.

Se le vino el mundo encima cuando la encerraron en la celda. No paró en toda la noche de andar en círculo y de esquina en esquina en aquel “sucio habitáculo”. Pero confiaba en quedar libre en cuanto su esposo llegara al cuartel y mostrara a los guardias la carpeta. En la carpeta había un resumen de su pesadilla, en forma de papeles judiciales, citaciones, autos, fianzas… Y denuncias suyas ante la policía y los jueces contra quien, en alguna parte, o en muchas, había suplantado su personalidad convirtiéndola en una estafadora múltiple con un reguero de estafados en una docena de ciudades españolas.

Ramona llegó a España procedente de Rumanía en 2007; regularizó su situación en 2008 y se casó en 2010 en Zaragoza, donde ya vivía su hermana, con un compatriota, Adrián Timaru. Su vida discurrió normal hasta el verano de 2013, cuando empezaron a lloverle citaciones “como imputada” de juzgados de ciudades cuyos nombres, señala, jamás antes había oído. Irún, Ciudadela, Alcalá de Guadaira, Cáceres, Toledo, Jerez de los Caballeros, Sabadell, Valencia…

Tras recibir en 2013 la primera cita del juez, Ramona se presentó en la comisaría de policía instalada en el recinto de la Expo´2008 para denunciar que alguien estaba delinquiendo con su nombre. “Esa vez, no quisieron tomarme la denuncia; decían que yo no me podía denunciar a mí misma”, recuerda Ramona.

Lleva tres años entrando y saliendo de juzgados y comisarías de Zaragoza. Los jueces de los lugares donde comete fechoría su suplantadora, la falsa Ramona, piden a sus colegas de Zaragoza que interroguen a la otra Ramona (a ella).

Ahora trabaja de tendera (tras el incidente de Fraga la echaron del bar en el que trabajaba como camarera por no acudir al puesto de trabajo debido a la “ansiedad generalizada” que le diagnosticaron). Y lleva 1.500 euros gastados en abogados.

Sin contar los mareos con los abogados de oficio que tiene que ir buscando en los diferentes juzgados (“no tengo dinero para pagar abogados en todas esas ciudades”).

Una fotocopia con el NIE de una mujer

En realidad, no sabe si quien la está suplantado “es hombre o mujer, o una banda criminal…”. Pero tiene una fotocopia con el NIE de una mujer que “a mediados de 2013” se presentó en una oficina bancaria del BBVA en Zamora y pidió abrir una cuenta a su nombre.

“El banco”, explica Ramona, “vio que yo ya tenía una cuenta en Zaragoza y me llamó para preguntarme si quería abrir otra en Zamora. Dije que no, ¡¡que qué me estaban contando!!… Indagué y me facilitaron el NIE falso que aportó allí la impostora, en el que figuraba mi nombre original, Ramona María Faghiura, mi apellido de nacimiento, y una foto de una mujer que no soy yo”.

Su vida discurrió normal hasta el verano de 2013, cuando empezaron a lloverle citaciones “como imputada” de juzgados de ciudades cuyos nombres no conocía

En su reunión con este periodista en una cafetería de Zaragoza, Ramona se esfuerza tratando de hallar una explicación sobre cuándo y cómo pudieron apropiarse de su personalidad. Se decanta porque la pudieron extraer de un currículo que ella subió a Internet en busca de trabajo. “Pero, claro, en el currículo no estaban todos mis datos, de ahí que la estafadora se inventase algunos datos en el NIE que falsificó; por ejemplo, los nombres de mis padres, que lógicamente no estaban en el currículo”.

[El DNI rumano que figura en la imagen inferior es el falso que utilizan los delincuentes]

La supuesta estafadora que ha suplantado a Ramona.

Ramona llegó a España en 2008 y, al casarse en 2010, de acuerdo con sus costumbres rumanas, cambió su apellido natal (Faghiura) por el de su actual marido, Adrián (Timaru). En la ficha policial de entrada a España consta Faghiura y su domicilio en Zaragoza, de ahí la facilidad de los jueces para localizarla.

En la oficina del BBVA de Zamora extrañó que alguien quisiera abrir una cuenta allí (a 517 kilómetros) cuando ya disponía de una en Zaragoza con su marido. Y telefonearon a sus colegas de la capital maña, que alertaron a Ramona y rechazaron abrirle una cuenta a la impostora, según han confirmado fuentes de esta entidad.

“No quisieron cogerme la denuncia; decían que yo no me podía denunciar a mí misma”, recuerda Ramona.

Pero la estafadora acudió a otros bancos y otras ciudades y sí logró abrir cuentas, todas ellas a nombre de Ramona María Faghiura. La falsa Ramona vende por Internet ordenadores y otros útiles eléctricos. Acumula decenas de estafados. Para recibir el producto, obligan a enviar el dinero por anticipado a la cuenta bancaria, pero el comprador nunca lo recibe. Los estafados denuncian a Ramona Faghiura y los jueces le abren un proceso tras otro. Hasta ahora casi todos han sido archivados o con sentencia absolutoria; pero aún le queda un juicio, en Alcalá de Guadaira (Sevilla), por estafa múltiple. Y tendrá que sentarse en el banquillo.

Desde hace más de un año toma tres pastillas de lexatín diarias, y hace tiempo que dejó las otras tres, diferentes, también contra el insomnio, que le recetó el doctor del Servicio Aragonés de Salud Antonio Brun, al día siguiente de lo de Fraga. “Por favor, yo lo que quiero es que busquen ya a la chica que ha robado mi identidad; porque yo no soy una delincuente y es muy injusto lo que me está pasando”, se emociona. Brun refiere que Ramona llegó al hospital el 12 de enero de 2015 presa de un ataque de “ansiedad generalizada tras detención por error administrativo”.

Desde hace más de un año toma tres pastillas de lexatín diarias para combatir un cuadro de “ansiedad generalizada”.

Ni con las pastillas se le va de la cabeza aquella madrugada en Fraga. Los guardias, que la veían a través de una cámara sin parar de moverse, le pidieron que se sentara. “Y yo, como protesta, me movía aún más rápido… sin parar de llorar; y empecé a dar golpes en las paredes cuando llegó mi marido con los papeles y nos les hicieron ni caso”. Recuerda que los guardias entraron varias veces en la celda para preguntarle si tenía “un segundo domicilio en Cáceres”. “¿Dónde?, les respondía yo. No sabía ni que existía Cáceres”.

A la mañana siguiente, la llevaron al juzgado de guardia y quedó en libertad provisional tras declarar ante el juez que alguien estaba haciéndose pasar por ella y que lo había denunciado en la policía y en el juzgado de guardia.

-¿Sigue libre el usurpador?

-No lo sé, creo que sí. He ido muchas veces a la policía a denunciar. Y no me han dicho que hayan detenido a nadie. Si supiera quién es esa persona, la cogería y, pufff, no sé lo que le haría…Me está arruinando la vida. Su abogado le ha vaticinado que las aguas se calmaran después del juicio de Alcalá de Guadaira y por eso está algo más animada, tiende a reducir el lexatín y ya no tiembla cuando ve un uniforme, pero no perdona: “Aborrezco a todos los que me están haciendo tanto daño por no hacer bien su trabajo”, se queja.

Reclama 20.000 euros de indemnización

El abogado de Ramona, Víctor Laguardia, ha elevado al Consejo del Poder Judicial este asunto, porque entiende que ha estado privada de libertad fruto de una orden judicial de busca y captura errónea, y reclama una indemnización de 20.000 euros. También ha presentado una reclamación ante el Ministerio del Interior. En ambos casos cree que si la policía y los jueces “hubiesen hecho correctamente su trabajo”, la situación de su cliente sería bien distinta, pues siguen citándola a sabiendas de que alguien “ha usurpado su personalidad” y está delinquiendo con ella.

El Poder Judicial, en una resolución del pasado 14 de abril, entiende que no se puede hablar en este caso un fallo de la Administración de Justicia y sugiere que Ramona “no ha acreditado” aún mediante “resolución judicial” que esté siendo víctima de una suplantación, lo que no obsta, sostiene, para que los juzgados que le han ido abriendo procesos se los vayan archivando.

El Consejo señala, por otro lado, que no es su competencia valorar las decisiones judiciales y tampoco se pronuncia sobre la actuación policial. A medida que le van abriendo procesos, ella envía la documentación sobre la impostora  y las denuncias que ha interpuesta contra ella (no sabe quién es) y los jueces acaban archivándole la causa, sin llegar a juicio.

Sí llegó a celebrase juicio en las diligencias que abrió el Juzgado 1 de Jerez de los Caballeros (Badajoz). Ramona buscó allí una abogada de oficio y esta presentó la documentación que le remitió ella. El juez celebró el juicio y la absolvió al entender que existían “dudas en cuanto a su participación en los hechos denunciados”. Y se dio por satisfecho “con la documentación aportada, las conclusiones de la policía” sobre este asunto y “las denuncias interpuestas” por Ramona sobre “la suplantación de su identidad”. Pero ahora tiene pendiente otro juicio, y tendrá que asistir, en Alcalá de Guadaira, también por estafa a través de Internet.

[Este reportaje forma parte de la serie La Justicia Imperfecta, de José Antonio Hernández, autor de esta información, que lo publicó en El País en 2016]

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