El estadio Santiago Bernabéu ha sido este sábado 24 de mayo un mar de lágrimas, lágrimas de tristeza y felicidad, porque despedía a dos de sus grandes: su entrenador Ancelotti, que ha gaado 15 títulos durante su paso por el club, pero también y sobre todo, porque decía adiós a Modric, leyenda viva del club en el que ha ganado 28 títulos que lo convierten en el jugador más laureado en la historia del Real Madrid.
El respeto hay que ganárselo y un jugador como Modric lo tiene del Real Madrid y del fútbol mundial. Respeto y cariño. También Carlo Ancelotti. Moverse en las agitadas aguas de una institucón como el equipo blanco no es fácil porque hay que saber lidiar con egos y problemas. Carlo ha sabido y ha tenido la suerte de contar en el banquillo con jugadores como Luka.
Este era el último partido en el Bernabéu de Ancelotti y de Modric y lo de menos era un encuentro en el que ni el Madrid ni su rival, la Real Sociedad, se jagaban nada, así que el estadio se llenó a reventar con más de 71.000 espectadores para decir adiós a sus ídolos. De hecho lo más importante del partido se empezó a jugar en los minutos finales, cuando Ancelotti hacía el cambio de Modric para que se llevase la ovación de la legión de seguidores.
Ciertamente ha sido un momento muy especial. El partido se paró y los jugadores de Real Madrid y los de la Real Sociedad hicieron pasillo a Modric cuandp abandonaba el campo entre lágrimas y saludaba al público. En los monitores de televisión se veían ojos llorosos y emoción entre lños aficionados, que no dejaban de corear el nombre del croata. En la banda la esperaban su esposa y sus hijos, con la camiseta del 10 de su padre, y fue entonces cuando se produjo quizás la imagen del partido porque apareció su amigo y compañero de fatigas durante tantos años en el equipo Toni Kroos. Se fundieron en un largo abrazo y el Bernabéu se rindió a un momento glorioso que ya es historia del fútbol español y mundial.
Modric, uno de los jugadores más queridos del fútbol que ha sido ovacionado en todos los estadios españoles por su calidad y por su compromiso con este deporte, salió al final del partido al centro del campo. Envuelto en lágrimas dio las gracias a cuantos le han ayudado en tantos años, desde el presidente a sus compañeros y entrenadores, pero sobre todo el público. Dijo: «Hemos ganado muchos títulos, pero el más importante para mi ha sido vuestro cariño y vuestro amor».
El partido, como decía tenía poco de interés fuera de esto, aunque ha servido también para que Mbappé con su doblete se asegure la Bota de Oro del fútbol europeo, y para decir adiós también a otro gran jugador del club, Lucas Vázquez, que ha jugado también su último partido.
Ha sido un momento histórico, entrañable incluso para los que no aficionados merengues pero sobre todo para la afición blanca, que todavía podrá disfrutar de su ídolo en los partidos del Mundial de Clubes antes de que cuelgue definitivamente las botas.
La existencia de jugadores como Modric es importante porque son deportistas que dan ejemplo por su profesionalidad y se convierten en referencia de los valores del fútbol frente a ejemplos habituales de los que confunden la deportividad y la elegancia con la rivalidad menos sana.