El amor, la toalla y el beso

27 de marzo de 2024
2 minutos de lectura
El beso de Judas

Era normal, también entonces, que alguien, a punto de salir de viaje, reuniese a sus amigos en una cena para dejarles dicho, con más exactitud, a dónde iba, qué encargo les dejaba y qué criterio se había formado de las cosas. Nada extraño tiene que Jesús preparase su Cena con esmero porque en ella había de resumir sus enseñanzas, antes que el postre y la traición llegaran.

Contrariamente al secreto que mantienen hoy los importantes cuando cenan, los evangelistas nos han dejado tres puntos en cuya comprensión ocupan su tiempo los siglos: el amor, la toalla y el beso.

EL AMOR no es que sea una novedad inaugurada por Jesucristo, la novedad es el modo que tiene de enfrentarlo y de repartirlo. Hasta que Él llegó con su locura, amar era una correspondencia entre amigos, entre gentes de la misma sangre: esa era la costumbre que se entendía; lo mismo que el odio era el intercambio de ese venenillo continuo que destila el corazón cuando se cierra. El Nazareno, sin embargo, arranca de cuajo la memoria ofendida y propone un nuevo estilo de relación, de conocimiento y de progreso entre los hombres: el amor envuelto en misericordia.

Sólo un amor así lleva en su mano el sosiego de la esperanza. Pero como el amor no es una lumbre solitaria, sino un aceite que sazona los sitios por donde pasa, ha de mostrar la suavidad de sus señales, ha de aparecer con las mismas luces que una estrella. Por eso Jesús pide una TOALLA, una palangana con agua y, arremangándose la túnica, se agacha frente a cada uno de sus discípulos para lavarles los pies y, en ellos, los pasos que no supieron dar en la dirección del amor. Porque cualquier gesto de Jesús tiene, por lo menos, dos intenciones; con éste, se humilla y limpia sus andanzas para que aprendan.

Me contaba casi en secreto la entrañable Fina de Calderón que, cuando niña, sufrió parálisis en una pierna y, como consecuencia tuvo que romper la coquetería de sus pocos años ayudándose de muletas. La tarde que las estrenaba se presentó en su casa Federico García Lorca, muy amigo de su padre, y comenzó a jugar con ella diciéndole que las muletas eran escaleras para subir al cielo. Preguntándole el poeta a la niña para qué servían las gomas que las muletas llevan en la punta, Fina le supo responder desde su inocencia que eran gomas de borrar los pasos. Cuentan que Federico se volvió triste de pronto al responderle: “Los pasos que se dan nunca pueden borrarse”… Sin embargo, los pasos que se corrigen desde el Señor también pueden borrarse.

El amor, por último, a veces suele llenare de heridas con un BESO. “Uno de los que mojan conmigo en plato me va a traicionar”…, pero el traidor estaba como ausente, me lo quiero imaginar abriendo y cerrando los ojos en un deseo de contar el brillo que iban a dejarle las treinta monedas, tras el beso.

Casi siempre, el que traiciona es a quien vemos mojar todos los días en el plato común de los afectos. Lo terrible de Judas no fue la traición en sí, sino la causa que le movió a cumplirla: la falta de capacidad para sentirse y gozarse como elegido, para agradecer las deferencias que con él había tenido el Maestro…”¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?… aquel beso se quedó congelado para siempre en la más espléndida de las mejillas. El dinero acabó con el amor a Jesús, y Judas se echó a rodar con las monedas al olvido.

“Por un beso, yo no sé qué te diera por un beso”… pues ya ves, admirado Bécquer, por un beso falso algunos se contentaron con la calderilla.

De todas maneras, en esta semana santa reclamo también para Judas la misericordia porque, por más traicionero que haya sido, el beso que Judas dio al Señor, por amigo, tuvo que tener algo de beso.

2 Comments

  1. Que bueno, como siempre!!!
    Cuántos becos se dan falsos hoy en día incluso entre familiares muy cercanos, igual que manos que se dan con efusibidad y son tan falsas como ese beso, que firmó la muerte de Jesús,.Nuestro amantisimo Padre
    Dichosos los creyentes, porque tienen Esperanza.

  2. Buena reflexión por parte del autor y valiente final… esto no es una crónica sin más, si no una “noticia” que debería hacernos reflexionar a todos.
    creo que muchos políticos tendrían que tener en cuenta reflexiones como la de este autor.
    Fuentes Informadas “chapeau” por el periodismo tan vivo y verdadero.

    Feliciano.

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