Las discusiones son frutos deshilachados de criterios sin concluir, de razonamientos subjetivos o de ganas de fastidiar. Puede también que de otras cosas.
Etimológicamente significa sacudir: Los romanos sacaban las plantas de la tierra y sacudían las raíces para ver si estaban en condiciones de ofrecer una flor o un fruto.
En nuestras palabras, sacudimos también las intenciones. De todos modos, hagamos caso a Kant que de esto sabía bastante: ”Nunca discutas con un imbécil, la gente puede no notar la diferencia”.