Alabama, Oregón, Tennesse y Vermnont eliminarán todo rastro de una práctica que aún hoy perdura en la Constitución americana con excepciones
Las elecciones midterm o de medio mandato de Estados Unidos no solo han afectado al territorio federal. Con el signo político dominante aún por decidir, los diferentes estados del gigante americano ya han anticipado algunas de sus propuestas de cara a los futuros comicios.
La más sonora ha sido la que han elevado Alabama, Oregón, Tennessse y Vermont, que han acordado abolir “de forma explícita la esclavitud, reformando así la 13 Enmienda de la Constitución americana de 1787. El artículo en cuestión establece la prohibición de esta práctica, así como del trabajo forzado, pero la permite en caso de que se imponga como “castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto” y concede al Congreso manga ancha para hacerlo cumplir.
En este sentido, los cuatro estados se han expresado en términos muy similares. Oregón ha exigido “eliminar todo lenguaje que cree una excepción”, de forma que la interpretación de la Carta Magna sea “inequívoca”. Tennessee busca reformular el texto constitucional con vocablos más categóricos que indiquen que la esclavitud quedará “prohibida para siempre”. Vermont, sin embargo, ha optado por adoptar la vía más rápida y propone eliminar de un plumazo la 13 Enmienda.
En Louisiana se planteó la misma reforma que en los otros cuatro estados. Se preguntó a los votantes si aprobarían la redacción de una nueva enmienda que anulara el contenido de lo establecido en la 13 Enmienda, pero la medida no recabó suficientes apoyo.
Alabama y la literatura
El caso de Alabama es, sin duda, el más significativo. Desde el estado sureño no solo se ha pedido una revisión constitucional, sino también una “eliminación del lenguaje racista” y una mayor accesibilidad de los textos legales. La solicitud no sorprende si se tiene en cuenta que este es uno de los territorios más afectados por la discriminación racial a lo largo de la historia.
Así lo expuso la ya difunta escritora Harper Lee en su libro Matar a un ruiseñor, una novela publicada en 1960 y galardonada un año después con el Premio Pulitzer. El ficticio pueblo de Maycomb se convirtió entonces en escenario de comentarios insidiosos y despectivos a la población negra, encarnada en la obra en la figura de Tom Robinson, un afroamericano de extracción humilde acusado de violar a una joven blanca.
El discurso de su abogado, Atticus Finch, que destapó con inusitada inteligencia los prejuicios raciales de la ciudad, le valió a Gregory Peck un Oscar al mejor actor en su adaptación en la gran pantalla en 1962 y se convirtió en un símbolo literario de la concienciación sobre la igualdad. Años más tarde, en 1964, el presidente Lyndon B. Johnson inmortalizaría los valores de Harper Lee en la Ley de Derechos Civiles, cuyo primer borrador fue redactado por John Fitzgerald Kennedy.