¿Cómo van los demás? O, ¿cómo les está yendo a los otros?

14 de marzo de 2025
3 minutos de lectura
Dos mujeres hablando. | Flickr
INGELA CAMBA LUDLOW
En realidad no hay instrucciones para la vida, existen algunos modelos recibidos en la educación, lo que se aprendió de los padres, en ocasiones de familiares, lo que mostró la escuela

A la mayoría de la gente no le gusta saber de política, tampoco se cuestiona qué hay de nuevo en literatura o cuáles son las nuevas corrientes de pensamiento ni cuál es la mejor teoría pedagógica para el aprendizaje. A la gente lo que más le interesa es conocer acerca de los demás, enterarse qué les interesa, cómo son sus relaciones, quiénes sus amores; sobre todo, les intrigan sus problemas.

Hablar de otros con otros, de eso tratan las habladurías, que, además, pueden convertirse en ese rumor que pasa de unos a otros sin parar. Lo interesante del rumor es que detona ese fenómeno de “prender”, como reguero de pólvora, una chispa que despega en un pastizal esperando arder. Es común escuchar en algunos decir: “Procuro no hablar de otros”. Este procuro implica ya el esfuerzo consciente para evitar hacer algo que pareciera surgir naturalmente. ¿De qué se trata ese hablar y enterarse de otra que puede ser tan seductor?

Este contenido es la base del chisme. De acuerdo con la definición de la RAE, se trata de aquella noticia, no importa si es verdadera o falsa, con la que” generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras”; es decir, al chisme se le atribuye una intención. La descripción de la RAE muestra directamente la existencia de una mirada que promueve la división, la separación entre personas. En sus orígenes proviene del latín schisma, y éste del griego schísma: escisión, separación.

En inglés, chisme es gossip, término que proviene de la palabra godsibb, la cual sería un padrino o pariente, que más tarde se convierte en cualquiera que participe en una conversación familiar. Así, el gossip, derivado del inglés, tiene un cariz diferente que el del español.

Megan L. Robbins y Alexander Karan consideran que para estudiar el chisme se debe quitar el juicio moral y considerarlo sólo como hablar de una persona que no está presente. Esta conversación puede ser positiva, negativa o neutra. En su artículo Who Gossips and How Often in Everyday Life, publicado en la revista Social Psychological and Personality Science, se muestra que, en promedio, 14% de las conversaciones son chismes, lo que equivale a una hora al día. En este estudio, los autores consideran al chisme en su forma de gossip, o sea: hablar de una persona cuando no está presente. En este estudio, casi 75% de los temas era neutral. Así pues, lo que atrae es hablar de otros, no bien o mal necesariamente, simplemente hablar de otros es una manera de pensar en ellos y sobre ellos.

¿De qué se trata todo esto, si tratamos de entenderlo a partir de lo que sucede en la mente? Desde esta perspectiva, este gossip es una manera de medirse con el otro. En el gossip o chisme —que a partir de ahora utilizaré indistintamente— hay implícito un medirse en la vida en un juego que las reglas son poco claras y los resultados son diversos. El chisme evidencia nuestra preocupación en la distancia de lo que deberíamos ser, también implica cierta tranquilidad acerca de lo que no estamos siendo: es el esas cosas les suceden a otros. Hay que recordar que el yo siempre está buscando como colocarse en el mundo, como adaptarse a él, sin perderse a sí mismo por las exigencias del afuera.

Y es que en realidad no hay instrucciones para la vida, existen algunos modelos recibidos en la educación, lo que se aprendió de los padres, en ocasiones de familiares, lo que mostró la escuela. Un mapa de ruta para seguir, pero con un mar siempre cambiante, único para cada uno y que no se puede más que atravesarse, a menos que toda la vida pase dentro de un puerto.

Ese saber qué hacen los otros es una especie de eje de muchos niveles. Por un lado, un saber de arranque, el yo se pregunta dónde está y se compara con otros, ¿le faltará mucho o poco? Depende por dónde empieza. Este inicio es una línea trazada para algunos, de las que no debe uno salirse, y el chisme marca algo así como “la desviación estándar” de un cierto hacer en la vida. Por lo general, el sujeto del chisme ha escogido otro camino, a veces prende como leña porque en el fondo parte de los que esparcen el rumor estarían deseando lograr esa transgresión a lo “establecido”. Escandaliza porque rompe con lo pactado.

Así, el chisme puede ser un ejercicio de identificación con lo que se hace y, por lo tanto, con lo que se desea o con la identificación a lo pactado, en sí es una forma de condena. Lo que se rumorea habla de los miedos, de su necesidad de reafirmación de su sensación de lo que falta y, por ende, de los deseos de cada uno. No se habla de lo que no es relevante para uno. Y usted, lector, ¿de qué habla?

*Por su interés, reproducimos este artículo de Ingela Camba Ludlow, publicado en Excelsior.

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