¿Cómo se rehabilita a un asesino en serie?

8 de noviembre de 2025
5 minutos de lectura
Prisión / EFE

Siempre lo he dicho y lo repetiré hasta la saciedad: en la cárcel no existe el tratamiento, no existen los profesionales que se necesitan, no hay ganas de rehabilitar ni de resocializar

“En España es una cantidad insignificante la que roban los ladrones que están en presidio, comparada con lo robado por los que disfrutan en libertad el fruto de sus rapiñas, legales unas veces, ilegales otras, y que siempre son en el fondo el robo, que consiste en apoderarse de lo ajeno contra la recta voluntad de su dueño.

Entre los que roban legalmente, o sustrayéndose a la acción de la ley, los hay mucho peores que los condenados por ella, no solo por la cantidad, sino por las circunstancias del robo y sus consecuencias.”

Concepción Arenal

El pasado día 2 de noviembre, en El Diario Vasco, decano de la prensa escrita de Guipúzcoa, se publicó un artículo firmado por la periodista Yolanda Veiga, con este título, que he reproducido en la cabecera. En él se entrevista y se recogen las opiniones de dos “expertas”: María Yela, psicóloga de prisiones y Nahikari Sánchez Herrero, criminóloga forense y profesora.

Y me preguntarán por qué pongo expertas entre comillas. Muy sencillo. La psicóloga forense tan solo ve, vive y sufre la prisión desde una vertiente, desde afuera. Y la otra, ni tan siquiera eso, ya que tan solo teoriza, pero no se ha enfrentado a la realidad como nos hemos enfrentado tantos y tantos presos que hemos pasado por las cárceles españolas.

Siempre lo he dicho y lo repetiré hasta la saciedad, en la cárcel no existe el tratamiento, no existen los profesionales que se necesitan, no hay ganas de rehabilitar ni de resocializar, los carceleros se vuelven crueles y psicópatas (tan solo hay que leer el informe final del experimento realizado por el profesor Zimbardo en el año 1971). Eso no significa que el 100% de los carceleros y de los miembros de los equipos técnicos sean así. Pero estoy totalmente seguro de que se libran menos del 5%.

Y puede ser que la psicóloga de prisiones, María Yela, sea una de ellas. No lo sé. Lo que, si sé es que de todos los profesionales que me han tocado de lleno dentro de la cárcel, se libran 1 o 2 como mucho. El resto cuando no eran unos psicópatas torturadores de libro pasaban de todo y tan solo querían que terminara el día para olvidarse de su trabajo y que no se le diera ninguna tarea que les hiciera levantarse de su sillón y dejar de ver la televisión o hablar de futbol o de la cosecha de zanahoria.

Las psicólogas de prisiones (y lo pongo en femenino no por política feminista, sino porque el 95 % de las psicólogas de prisiones son mujeres) se vuelven unas psicópatas torturadoras psicológicas al poco tiempo de empezar a trabajar en el interior de la prisión, o lo que es peor, sale a flote su verdadero yo, esa personalidad oculta. Juegan contigo. Y lo que es peor, con tu familia.

Posiblemente no me crean, ni a mí ni a nadie que haya pasado por la cárcel, ya que la creencia popular es que todos los presos mentimos. No obstante, a pesar de haberlo vivido en mis propias carnes, les voy a transcribir lo que un preso le mandó por carta a la Directora General de Instituciones Penitenciarias Dña. Mercedes Gallizo y esta señora, sin ningún pudor publicó en su libro “penas y personas”: “En conversación con mi asistenta social (SIC) (dos veces en tres años) y cinco minutos, al rellenar el impreso tipo y decirla yo que por qué no podíamos cumplir juntos mi esposa y yo, me contestó textualmente: los matrimonios entre presos no tienen la misma valoración que los realizados en libertad…. Es preferible no valorar esta frase”.

Y continúa este preso en su carta: “Sra. Gallizo, perdóneme por tan larga exposición, pero me arrepentí de mi delito de una forma que tuvo un reconocimiento de gratitud por parte de las víctimas y de los Sres. Magistrados que me juzgaron como consta en mi sumario, y el, digamos, “buenos días” que me dio en visita de 3 minutos la Sra. Psicóloga me lo expresó con un algo así como: “siéntese, asesino de ancianos”.

En otra carta, otro preso dice lo siguiente a la directora general de Instituciones Penitenciarias: “En los 26 meses que llevo aquí he tenido varias entrevistas con trabajadoras sociales, pero nunca con la misma y todas rápidas, con prisas y sin tratar problemática real.

En todo este tiempo, sólo me ha recibido una vez la psicóloga y, es curioso, pero no tenía ni un solo dato acerca de mí y de mis circunstancias. Después de tanto tiempo en este centro, no sabía nada de mí. Y sigue sin saberlo puesto que el único motivo de su entrevista fue el de comunicarme que no se me concedía el traslado al centro de …

He tenido dos entrevistas con el educador, pero cada vez era un educador distinto y la entrevista se circunscribió a: “toma, firma esto.” “adiós”. Ninguna pregunta, ningún diálogo, nada de nada. Me parece que esto, además de ser poco profesional, es sobre todo muy poco humano.

Podría continuar con unas cuentas más expresiones que definen claramente cómo trabajan los “profesionales” de los equipos técnicos, pero el que lo quiera saber que lea un poco.

Otro libro que hay que leer para entender, o para hacerse una idea de cómo lo que dicen estas dos profesionales en el artículo del Diario Vasco es una patraña, una milonga, es Andar 1 Km en línea recta, estudio realizado por un equipo de verdaderos profesionales que durante muchos años han estado viviendo la prisión, que no en prisión, que puede llegar a ser lo más parecido a cumplir condena.

En este estudio, realizado mediante una encuesta realizada sobre 1668 presos de toda España, el psicólogo les viene a ver mensualmente al 22,1%; anualmente al 24,1% y nunca al 42,3%. Y el tiempo medio de la visita es de 8 minutos.

Esa es la realidad. No la que nos cuentan estas dos “profesionales”. Y Ojo. Lo he dicho al principio y lo repito ahora, puede haber excepciones, pero no es la regla.

Llegados a este punto, me fijo en lo que dicen, pero pasan de puntillas. Que los presos de ETA no quisieron someterse al tratamiento. Unos asesinos en serie, psicópatas de libro, sin tratamiento en la cárcel y cuando salen se les recibe como héroes, se les da la bienvenida, una subvención o se les nombran concejales o candidatos a lehendakari.

Sin embargo, los hipócritas de Andoain se quejan, tienen miedo, porque un asesino en serie vive en el pueblo. Uno no, unos cuantos. Pero solo se quejan de ese, del pobrecito que no tiene posibilidad de defenderse. No he visto hacer lo mismo con los etarras o con los capos de la droga en Galicia. Tan solo con los “robagallinas”.

Yo también he estado en la cárcel y vivo en Andoain. Y me dan más miedo las personas que no han pasado por prisión.

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