Menos pantallas y más inocencia

4 de diciembre de 2024
3 minutos de lectura
Menos pantallas y más inocencia
Un menor consulta el móvil. / SAVE THE CHILDREN/ EP

¿Es usted partidario como padre y ciudadano, de que los niños de hasta los 16 años sólo puedan acceder a teléfonos móviles analógicos, es decir que no puedan acceder a Internet ni dispongan de redes sociales? Y todavía mejor, ¿está a favor de impedir que los niños de hasta 6 años no tengan acceso a pantallas?

Para los cincuenta cualificados expertos que han participado en un estudio encargado por el Ministerio de Juventud e Infancia para analizar las ventajas e inconvenientes de la exposición de los menores a los móviles, la respuesta es clara: SÍ. No son partidarios de lo que casi se considera una adicción, y de hecho lo es en numerosos casos, de los menores a los móviles, y no son partidarios por distintas razones que tienen que ver con los riesgos, prácticas y aprendizaje nocivo que los niños tienen en materia de valores o de la sexualidad mal entendida a través del porno.

Seguro que lo han visto. Se ha hecho costumbre que en las comuniones uno de los regalos estrella sea un móvil. O en Navidad o los Reyes Magos. Niños que apenas tienen 6 o 7 años y que desde ese momento tienen una puerta ilimitada de acceso a contenidos que los padres no podrán controlar. Yo he visto a niños muy pequeños en las silletas de paseo curioseando un móvil. Y eso es una barbaridad. Incluso en los colegios el uso de pantallas ha llegado a limitar las habilidades de los estudiantes que evitarán esfuerzos para estudiar y asimilar.

De todo esto han hablado los expertos y de ahí las conclusiones que ya están en manos del Consejo de Ministros. El comité ha trazado lo que podría entenderse como una hoja de ruta que viene a recomendar cero pantallas hasta los 6 años, teléfonos analógicos (sin acceso a Internet) hasta los 16, o limitar el uso del móvil en los adultos delante de los niños, entre otras medidas.

Sugieren que puede haber excepciones en los más pequeños “en caso de necesidad, de forma puntual y bajo la supervisión de un adulto”, con el objetivo de mantener un contacto social, familiar o cuando se determine por resolución judicial. En todo caso comparto la petición que se hace de que entre los 12 y 16 años, si se decide permitir el acceso a dispositivos digitales, sea siempre con herramientas de control parental que permitan evitar el acceso a contenidos inadecuados, así como gestionar el tiempo de exposición, garantizando la adopción de medidas de seguridad y de configuración de la privacidad.

No sé si es bueno malo, aunque tengo mi opinión, de que los niños hayan perdido la inocencia y que hasta los bebés sepan ya que los padres son los Reyes Magos, de que se haya perdido el hábito de jugar en la calle con los amigos, de compartir un balón o pasear en bicicleta por el parque. Hoy se sabe todo demasiado pronto y no siempre de la mejor manera. Las pantallas muestran un mundo irreal en el que mandan el consumo, las tendencias y necesidades, ‘leyes’ de derechos y pocos deberes, valores que se desprecian como el respeto a padres, profesores o personas mayores, y principios que no existen.

¿De verdad es positivo para que el intelecto de nuestro hijo de 6, 8 o 10 años se desarrolle en plenitud que lea el Decamerón de Boccaccio; vea Saló o los 120 días de Sodoma, de Pasolini; conozca las 64 posturas del kamasutra; le enseñen a fabricar bombas fáciles sin moverse casa; cómo se dispara el AK-47 y sus variantes; que aprenda a hacer la llave del mataleón, que se familiarice con la violencia o que le inciten a probar el beso negro. No se escandalice, todo eso y millones de cosas más, la mayoría horribles e inapropiadas para un menor, está a ahora al alcance de su hijo y de su pantalla y puede verlo sin que lo sepa.

¿Qué tiene de malo respetar los tiempos de la madurez? ¿Por qué tanta prisa por saber incluso cosas que no son buenas saberlas ni de adultos, aunque en este caso ya somos responsables de nuestros actos y se supone que sabemos elegir lo que nos conviene? Apuesto por la inocencia y por los plazos que nos da la vida para asimilar sin atragantarnos con la realidad. Todo a su tiempo.

Del excelente trabajo realizado por estos expertos resalta la responsabilidad que en todo esto tiene la industria, la exposición de los niños y niñas en las redes sociales, el papel de las familias y otros actores de la sociedad, y de ahí salen las herramientas de protección a través de 107 medidas dirigidas al Gobierno para su estudio y aplicación y de todo, lo más importante es una advertencia: nada será posible si los padres no se lo toman en serio porque somos nosotros los principales responsables para enderezar el rumbo de la locura en la que se ha convertido el uso de los móviles por parte de los menores de edad.

No será fácil desandar el camino, pero hay que hacerlo antes de perder el rumbo por completo. Y la inocencia.

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