Casus belli

14 de enero de 2025
1 minuto de lectura
Vecinos. | Flickr

Motivo fue casi de guerra entre los vecinos de Villavestruz de los Olvidos, un pueblo de diez mil habitantes que miraba a una sierra tupida de alcornoques y castaños, también de encinas y pinares, donde los cerdos se custodiaban como animales favoritos.

El alcalde de Villavestruz, al que habían votado por conveniencia de sustento muchos ciudadanos, tenía una amante que robaba sin pudor del ente público. Joyas y casitas de recreo adornaban a la amante que nunca, hasta la fecha, había sido sorprendida manchándose las manos. Sin embargo, en un día aciago para el alcalde le llevaron una foto con la evidencia de la guapa moza abriendo la caja fuerte de la Casa Consistorial.

¡No hay caso! ¡No hay caso!, repetía el alcalde e hizo extender la consigna a todos sus concejales afines. Pero las denuncias llegaron al juez de paz para que él instruyera convenientemente. Diez mañanas después de que el juez hubiese entrelazado las sospechas con las evidencias, muere en accidente de tráfico el juez de paz que llevaba en su coche el protocolo para ser entregado a las más altas autoridades.

En el trasiego se perdieron los documentos. ¡No hay caso! ¡No hay caso!, bisbisearon en el entierro los concejales amigos. Y a la amante hubo que pedirle perdón porque estaba ofendida.

pedrouve

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