Una encuesta realizada por Aldeas Infantiles SOS a más de 2.000 estudiantes de Secundaria y Bachillerato en España revela una fuerte dependencia de los dispositivos electrónicos entre los adolescentes. El 78 % reconoce tener un “enganche” medio-alto, y uno de cada tres chicos dice consumir pornografía con frecuencia, frente al 3 % de las chicas. Estos datos forman parte del Observatorio de la Adolescencia 2025, presentado en la VII Jornada Nacional de Jóvenes.
El entorno digital tiene un impacto significativo en la vida cotidiana de los adolescentes. El 58% afirma que pasar muchas horas conectados les genera distracción, el 22% sufre irritación ocular y el 14% se siente nervioso o irritable. Cuando se les priva del uso del móvil por unos días, el 45% dice aburrirse, un 16% se siente aislado y un 25% declara sentirse desinformado.
Los adolescentes también reconocen hábitos perjudiciales relacionados con el sueño: el 36% se acuesta después de las 2 de la madrugada, una cifra que asciende al 6% en comunidades como La Rioja, Extremadura y Murcia. Durante las vacaciones, aunque muchos afirman aprovechar el tiempo para relajarse o fortalecer relaciones, un 16% admite aumentar su uso de pantallas.
En cuanto a los contenidos más consumidos, el 73% utiliza aplicaciones de compras online, seguidas por plataformas de música y series. La encuesta también recoge diferencias por sexo e identidad de género, revelando que chicas y personas no binarias experimentan mayor malestar con su imagen en redes sociales.
Otro punto relevante del estudio es la exposición a riesgos digitales: el 34% de los adolescentes habla con desconocidos mientras juega en línea, y uno de cada dos ha presenciado ciberacoso, aunque la mayoría no lo comunica a los adultos. Estos datos apuntan a una preocupante falta de supervisión o acompañamiento en el entorno digital.
Finalmente, el informe subraya que la adolescencia actual combina una creciente autonomía digital con la búsqueda de conexión emocional y la necesidad de guía adulta. Este equilibrio plantea importantes retos para las familias y el sistema educativo, especialmente en la gestión del tiempo digital y la protección ante riesgos virtuales.