Gracias a estos gobiernos últimos, hay tanta variedad para enmarcarse en cualquier disciplina que, socialmente, no sabemos muy bien si somos de izquierdas, de derechas, librepensadores, proárabes, projudíos; si estamos con Junts o con Rufián, si partidarios de Bolaños, de sus fiscales y de sus jueces; si la señora del Presidente es un alma de Dios o víctima del PP; si defendemos la monarquía porque somos del rey Juan Carlos o más de su hijo, o más de su esposa y menos de su nuera: un ovillo de lanas para según qué fríos del invierno… Y no digamos cuando se trata de analizar las tendencias sexuales: confieso que ahí me pierdo y termino pensando que, desde la ciencia, puede ser uno cualquier cosa aunque, según las edades y sin necesidad de que Séneca lo advirtiera, en la vejez menguan muchísimo los apetitos.
Con tanta variedad de asuntos por discernir, teniendo en cuenta sus años y sus soledades, la anchura de los criterios y más cosas, yo soy partidario de que al rey Juan Carlos le eviten tanto trasiego dejándole en el lugar que le corresponde. Al fin y al cabo, sólo se le puede señalar por haber escrito “Cartas de recomendación” que mejoraron la economía de España, quizá también la suya. Con las Cartas que se han escrito la Moncloa, ya no hay motivo para tenerlo tan lejos.