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Carta a las víctimas que se fueron pidiendo ayuda

Imagen de las lluvias caídas en la comarca de La Ribera de Valencia. | Fuente: Jorge Gil / EP

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Y ese maldito día llegó a Valencia y a sus preciosos pueblos. Nadie se podía imaginar la horrible tragedia que se les avecinaba. Todo saltó por los aires al no recibir ese aviso puntual para poder ponerse a salvo, y no cuando los cuerpos de nuestros hermanos flotaban en las aguas fangosas por ese terrible tsunami de barro que los arrasó.

Hoy toda la gente de bien se estremece ante esa pasividad de los que se durmieron en los laureles y hoy solo pueden contabilizar cadáveres.

Todo transcurría como siempre entre sus habitantes, con sus vidas y sus rutinas diarias, realizando sus trabajos, cada cual con lo suyo, como de costumbre. Creían que el día transcurriría igual que cualquier otro sin mayor problema. Esos pueblos funcionando a tope como siempre y las familias viviendo dentro de esa normalidad.

Las nubes empezaron a oscurecer la tarde, la lluvia en muchos sitios arreciaba cada vez mas fuerte, pero ese aviso que debían recibir llegó demasiado tarde y quedaron todos atrapados en una terrible trampa sin darles tiempo a poder ponerse a salvo y sufrir de lleno el terrible suceso que por momentos se les venía encima con toda su crueldad.

Todo fue muy rápido. Mientras llegaba la noche, el nivel del agua aumentaba subiendo sin descanso y causando una gran riada que arrastraba toda clase de ramas, contenedores y un sinfín de basuras.

Enseguida se desató el horror, el miedo y el espanto al ver cómo los coches eran arrastrados por esas espantosas cataratas de fango mezcladas con enormes lenguas de barro que cubrían todo como un tsunami tragándose todo a su paso.

Las personas ahogándose sin poderse salvar, familias enteras sufriendo sin saber dónde se encontraba alguien que faltaba en casa. Un aterrador espectáculo verdaderamente dantesco.

Casas destrozadas, otras muchas tragadas por toneladas de fango, y esas personas intentando salvarse, y los que se quedaron dentro de sus coches, arrastrados hasta distancias increíbles.

Mientras esas amadas almas se iban marchando de nuestro lado, seguro que ninguno pensó que su vida terminaría de esa manera.

Desde el respeto hacia los que se fueron, deseo enviarles esta carta por ese amor que sus familias, con sus vidas rotas por esas queridas perdidas, están escribiendo en el aire para todos ellos.

Mis queridos hermanos, hoy más que nunca muchos os sentimos cerca después del doloroso trance final de dejar esta vida terrenal, ya no estáis entre nosotros en persona, pero estáis en las mentes y en los corazones de los vuestros, que sienten vuestra falta con un inmenso dolor.

No teníais que haber desaparecido, os podíais haber salvado, pero todo se ennegreció por la falta de liderazgo de personas incompetentes que además son los que teniendo la llave de vuestras vidas y poder impedir el horror que se produjo, las tiraron al barro, y todo por disquisiciones asquerosamente partidistas.
Sois víctimas de quienes no actuaron como debían, esos incompetentes, por dignidad deberían dimitir en masa.

Ellos se consideran líderes y los que les secundan aceptan todo lo que se les ocurre, pero esta vez no se salvan, llevarán de por vida a sus espaldas vuestras muertes, han demostrado no tener conciencia ni vergüenza.

Pero vosotros estáis en un lugar donde los colores del arcoíris os invaden, ya no sentís dolor alguno y os sentís felices en el lugar donde vuestras creencias os hayan llevado, siempre estaréis por encima de los que estamos vivos, sin preguntas, porque ya todo lo tenéis contestado.

Que descanséis en paz, envueltos en el amor de los que os amaron y que os acompañará siempre.

Todos estáis en nuestros corazones.

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