Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Son versos de Machado, explícitos y tan ciertos como la vida misma, que no engaña.
Seamos optimistas, hagamos un esfuerzo, por favor, aunque sea solo por nuestros niños, y cambiemos ese chip tan farragoso que nos está acompañando como repugnantes y peligrosas garrapatas adheridas a nuestros días, que solo nos provocan repugnancia y desasosiego.
Nos rompieron esa maravillosa sinfonía que estábamos creando entre todos y que se ha quedado incompleta al no poderla terminar por esas enormes distorsiones acústicas que ensombrecen cualquier armonía.
Todo por dar cabida a un malísimo director de orquesta que es incapaz de dirigir a unos pésimos intérpretes.
Ese falso puritanismo que nos están implantando y que nos venden como formas más sanas, reales y correctas para nuestras vidas, intentando implantarlas por unas mentes hipócritas que lo único que saben hacer es medrar para recibir una recompensa y luego no seguir ni sus propias ideas, solo
para que las cumplan los demás.
Antes con careta, aunque todos los conocían, y ahora sin ella y a las claras, y nos enteramos de que todos sabían y comentaban, pero no querían denunciar esas repugnantes conductas por temor a perder todos los parabienes atesorados a base de intrigas y maledicencias.
Se han retratado todas esas personas, compañeros y compañeras, algunos demostrando una falta total de vergüenza y dignidad. ¡Bravo por callar, sois lo peor! Les disteis alas para volar, como la paloma de Alberti, que se equivocaba.
Tenemos claro que de no haber sido retratados, seguirían con esas falsas y repugnantes formas de actuación, mostrándose ante todos con una hipocresía inconcebible.
“Hermano, hermana… yo no te creo”. Aquí y ahora con lo descubierto os habéis puesto en evidencia.
Desde hace demasiado tiempo, estáis donde estáis por habernos engañado vilmente a muchas y muchos, incautos. ¡Qué vergüenza dais!
El mantra implantado era otro, ese que hacía ver que los hombres eran “todos unos monstruos…” pero de alguno lo sabíais y os quedasteis muditas. “Hermana, yo te creo”, como frase maravillosa, solo era eso con una fosa profunda en medio, para guardar otros propósitos partidistas.Y así estamos, expectantes para leer el nuevo guión, que pretenderán implantar, como se les ocurra.
Así que con esas “cacareadas” frases nos hemos dado cuenta de que si tapas a un monstruo sin tener catadura moral alguna, tú también lo eres, no como mano ejecutadora, pero eres participe de su despreciable conducta por callar y así poder continuar en vuestro puesto.
Vosotras que decíais cuidar de las mujeres, qué impresentables sois que os callasteis. Tenéis ese puesto que está podrido, al haber demostrado ser participes de esos actos, con vuestro nauseabundo silencio.
Da tanto asco, como mujeres que somos, que esperamos unas explicaciones firmes y contundentes al respecto.
Intentaremos, mientras esperamos, crear a nuestro alrededor una vida mejor, limpia y creíble, aunque solo sea por respeto y por dar un buen ejemplo a nuestros niños y niñas, no ese ficticio mundo feliz que nos vendisteis, basado en mentiras.
Llegan esas fechas llenas de luz, color y fantasía y queremos de corazón vivirlas con felicidad y reencontrarnos con amor con esas personas que vienen a nuestra memoria más que nunca, y todas las que llegarán de nuevo a nuestras casas para celebrar esas entrañables fiestas de Navidad.
Solo por revivir un año más, esa limpia ilusión que los niños reflejan en sus caras de felicidad y que nos harán, ser y sentirnos mejores, gracias a su dulce y maravillosa inocencia.
Deseamos que esos días mágicos nos muestren ese camino tan ilusionante que Machado plasmó con unas hermosas palabras en esos versos, y que nos conduzcan hacia un mundo mejor, más sano, auténtico, y real.
Solo disponemos de una vida, seamos más poetas sintiendo y menos apasionados amantes del poder y el dinero. Amar sin interés es tocar el cielo, el amor construye, no destruye.
Amar y ser amado es la sensación más sublime que se puede vivir, y está en nuestras manos ser dueños de ese sentimiento.
Me refiero a todo ese potencial de amor que un ser humano puede abarcar en los diferentes estatus de su vida, siempre que se lo proponga, de buen grado y libremente.